¿Por qué golea ahora Alcácer?

Paco Alcácer triunfa en el Borussia Dortmund

Paco Alcácer triunfa en el Borussia Dortmund / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Son cosas que ocurren en el fútbol. Bueno, son cosas que ocurren en la vida. No siempre todo sale a gusto de uno, por más que cada uno de nosotros pongamos todo el empeño (y más) para que así sea.

Sí, en efecto, me estoy refiriendo, cómo no, a la explosión (iba a escribir repentina explosión, pero no, no ha sido repentina, si acaso aplazada) de Alcácer, un goleador que si llegó al Barça fue, por eso, por los muchos goles que metía.

Ahora todo son mofas sobre (perdón, contra) el Barça, contra los responsables de la parcela deportiva y, claro, cómo no, sobre Ernesto Valverde, que permitió, que pidió, que autorizó, que Alcacer se marchase del Barça.

Yo quisiera recordar que Alcacer tuvo sus oportunidades en el Barça, cierto, no, tal vez, con la continuidad, perdón, con la confianza que debía, pero ni siquiera en los minutos que jugó destacó, brilló, se convirtió en imprescindible.

Cuando hablas de estas cosas con la gente que sabe de fútbol, perdón, con la gente metida en la élite del deporte, no importa la especialidad, todo el mundo se cuenta que todo, todo, está en la cabeza de los deportistas. Es decir, que el cambio goleador de Alcacer es más fruto de su cambio de mentalidad, de su satisfacción por abandonar el lugar menos apropiado del mundo (para él, cuando antes era el ideal) para reencontrarse con su zona de confort, el sitio perfecto para volver a ser él.

Es evidente que el gol siempre estuvo en la mente de Alcacer, que por olfato, más que por cuerpo, por físico, por despliegue, es un futbolista que sabe estar en el momento justo en el sitio oportuno. Estaba claro que a Alcacer no se le había olvidado meter goles, pero no es menos cierto que, en el momento en que el Barça decidió cederlo o prescindir de él tenía más argumentos para pensar que no se dispararía a que sería, como ha resultado ser, la bomba de la Bundesliga.

Es más, cuando Alcácer fichó por el Barça lo hizo con la idea de que iba al lugar ideal para poder acceder a uno de los pocos puestos de la selección española en el Mundial de Rusia. Ese era el principal objetivo del goleador cuando firmó por el conjunto azulgrana y, mira por donde, nunca tuvo esa oportunidad, mientras que ahora, que España ha cambiado de seleccionador, triunfa en Alemania y se convierte en el 9 de España cuando muchos se peleaban por ese puesto.

Cuando habló de la transformación mental de los deportistas de élite (bueno, no yo, sino los expertos con los que hablas), recuerdo, no solo los elogios que reciben deportistas como Rafa Nadal, Marc Márquez o Leo Messi sobre esa capacidad de no distraerse por nada ni por nadie, sino el ruido que se organizó cuando, despedido, traspasado, perdón, regalado Cristiano Ronaldo a la Juventus, todo el mundo dijo que “ahora veremos al auténtico Benzema…ahora veremos al mejor de los Bale posibles…ahora surgirá el Asensio líder” y nada de todo eso, de momento, se ha producido.

Lo peor del caso, del tema, de la situación es que, sin duda, nadie, absolutamente nadie, puede influir en el comportamiento de esos deportistas. No hay entrenador capaz de influir en ellos, en entrar en su cabeza, en convencerles de que son, de que pueden, de qué si antes lo hacían ahora, en un equipo mayor, con más oportunidad, aún más. Nadie puede entrenar la mente de nadie.

Por otro lado, volviendo al caso de Alcacer, hay que considerar que la titularidad de Luis Suárez, que parece inamovible (incluso cuando no está en su mejor momento, como ocurre ahora), era una auténtica barrera, de ahí que el muchacho sintiese la necesidad (y la valentía) de cambiar de aires. Y, finalmente, hay que elogiar también el gesto también valiente protagonizado por el Barça en el sentido de facilitarle la salida para que él se sintiese, de nuevo, futbolista, goleador, tal y como ha sucedido.

 Por tanto, no sería justo que, llegado el éxito de Alcacer en la Bundesliga y, ahora, en la selección española, todo el mundo señale al Barça como el bobo de la película. Yo diría que aquí todo el mundo ha salido ganando, entre otras razones porque es más que posible que Alcacer se negase a seguir un año más así y el Barça considerase que no podía retener a alguien que se estaba alejando cada vez más del futbolista que era.