El 'poli malo' y los niños mimados

Eder Sarabia, protagonista por su vehemencia en el  Bernabéu

Eder Sarabia, protagonista por su vehemencia en el  Bernabéu / Valentí Enrich

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

En el vestuario del Barça ha sentado muy mal la actitud de Eder Sarabia, segundo de Quique Setién, durante el clásico. Las quejas, reproches, críticas y hasta exabruptos del técnico ayudante han molestado a los jugadores que se han sentido directamente señalados. En el club, sin embargo, no le han dado demasiada importancia. Simplemente le han pedido a Sarabia que sea un poquito más cuidadoso en las formas y evite (tapándose la boca con la mano, como hacen muchos) que las cámaras capten sus palabras. Esta nueva polémica solo es un capítulo más de la batalla por el poder que se dirime entre el vestuario y el palco, entre las estrellas y los directivos. Los futbolistas (la mayoría) se consideran intocables y no aceptan ningún tipo de censura. Y menos aún de un segundo entrenador que “no ha empatado con nadie”. Los futbolistas (la mayoría) no se equivocan nunca. O eso creen ellos. Y, por lo tanto, no admiten correcciones. Y menos públicamente... La culpa de esta intransigencia no es solo suya. Sino de los directivos (y el entorno) que les ha convertido, con sus adulaciones y cediendo a todos sus caprichos, en niños mimados.

Eder Sarabia no tiene por qué cambiar. Ejerce la labor de técnico en el papel de ‘poli malo’. Mientras Quique Setién actúa como el ‘poli bueno’. Es un reparto de roles que hemos visto muchas veces en el banquillos del Barça. Y casi siempre funciona. Por lo tanto, debe seguir así. Porque, al final, representa lo que piensan la mayoría de los culés: los jugadores cometieron errores imperdonables en el Bernabéu. Como en Roma. O como en Liverpool. Y no corregirlos (o, al menos, intentarlo) sería de pésimo entrenador.