El poder de la plantilla y la debilidad de Setién

Quique Setién, en el césped de Balaídos

Quique Setién, en el césped de Balaídos / AFP

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

El Barça se juega la Liga en un clima de máxima tensión entre Quique Setién (y su staff) y la plantilla. El desencuentro entre el entrenador y los jugadores es tan grande que ya hay quien anuncia que el técnico no seguirá la próxima temporada a pesar de tener un año más de contrato. Todo puede pasar. Pero todo, como siempre, dependerá de los resultados. La ùnica realidad es que Setién y el equipo tendrán esta noche ante el Atlético una prueba de fuego que puede decidir el futuro de uno y de otros.

Las sensaciones son malas. Muy malas. Y las imágenes de lo que sucedió en el campo del Celta (vistas en las últimas horas por televisión) solo son el reflejo de esa falta total de sintonía entre el entrenador (y sus ayudantes) y el vestuario. Unas imágenes que únicamente se pueden interpretar como lo que son: los futbolistas no se creen a Setién. Una consecuencia lógica del ‘parche’ que fue ficharlo como sustituto de Valverde. Fue la tercera (incluso la cuarta) opción tras las negativas de Xavi, Koeman y Pochettino. Y este plantilla, que tiene tanto poder (demasiado), conoce la enorme debilidad de su técnico.

Nada nuevo ni sorprendente en el Camp Nou. La directiva de Bartomeu, que ha sobrevivido gracias a los éxitos del fútbol, ha permitido que el vestuario acumulara una autoridad exagerada. Una cosa es que Messi tenga influencia, porque es el mejor jugador del mundo y de la historia. Y otra muy diferente es que cualquier miembro de la plantilla quiera tener más galones que el entrenador. 

Y así estamos. Jugándonos la Liga ante el Atlético, con una divorcio total entre Setién y los futbolistas, con mal juego, con dos puntos de desventaja sobre el Madrid e intercambiando cromos (Arthur por Pjanic) para maquillar las cuentas a final de temporada. Si se gana el título de verdad que será un auténtico milagro. Un milagro que solo puede hacer realidad Messi con su magia. Pero mucho me temo que ni siquiera con eso bastará en esta ocasión. Estamos llegando al fin de ciclo definitivo...