Pocas luces en la oscuridad

Diego Costa disputa un balón con De Jong

Diego Costa disputa un balón con De Jong / EFE

Gerard López

Gerard López

Desde aquí lo avisamos hace mucho tiempo, que el Barça podía encontrarse en esta indeseada situación. La lesión de Gerard Piqué y los otros percances musculares sufridos desnudan la planificación deportiva, a todas luces incorrecta. En su momento dijimos que era un riesgo empezar la temporada solo con tres centrales, teniendo en cuenta que Todibo había sido cedido al Benfica y que no podías contar con Umtiti. Te quedabas con tres jugadores en estas demarcaciones y ahora, con la lesión de Piqué, solo está con Lenglet y Araujo, que ha jugado solo tres partidos en Primera División. Ahora el Barcelona deberá ir a por Eric García y pagar 8 o 10 millones de euros que se podía haber ahorrado pues a final de temporada llegaría libre. Es otra inversión evitable con una buena planificación.

Una transición 

Las ausencias de Piqué y Sergi Roberto, unidas a la de Ansu y Busquets, suponen más problemas para el Barça, cuyo transcurrir en la Liga es discreto. Ha dejado escapar 13 de los últimos 18 puntos en juego, un balance malo que compromete la ambición del equipo en la Liga. Está a nueve puntos del Atlético de Madrid habiendo disputado solo ocho jornadas. Entra en un bucle peligroso que, de seguir así, puede llegar a Navidad sin tener opciones en la competición de la regularidad y habiéndose de centrar en la Champions y la Copa. En la Liga no valen más concesiones pero la realidad es la que es y quizás deberíamos preguntarnos qué esperamos de esta temporada.

Con los resultados cosechados hasta ahora, a la espera del nuevo presidente, con un equipo tan joven, con tanto lesionado y con un nuevo entrenador puede que nos encontremos ante una temporada de transición, de crecimiento. Es un dilema que vive este club, entre la realidad que le toca vivir, la necesidad de un cambio y la obligación de unos resultados por tener a una de las plantillas mejor pagadas de mundo. Esto es el Barça y no acostumbra a haber tiempo para nada, donde la obligación de ganar los partidos es constante pero la realidad del equipo y del club no encaja con las necesidades actuales.

Un caso encima de la mesa

Y luego está el caso de Messi, siempre encima de la mesa. El equipo siempre espera a Messi y Leo espera que, a veces, el equipo lo haga por él, que alguien le ayude a ponerse al Barça a la espalda. Cuando está en el campo, todos esperan que sea él quien decida los partidos. Cuando no está, hay otro estilo de juego, otra forma de comportarse.

Es necesario que jugadores con cierto status asuman un mayor protagonismo y cuota de responsabilidad sin tener que mirar siempre a Leo, estando o no estando él en el campo. Y me refiero a casos como el de Griezmann, Dembélé, Coutinho, De Jong o Pjanic, jugadores ya contrastados y con capacidad para asumir el mando en muchos momentos. No es el momento de mirar a Pedri sino que hay que mirar a los más expertos, a los que más cobran para que den este paso adelante y hagan que Messi no se sienta tan solo. Veremos hasta cuándo llega la paciencia de Leo porque cada vez se le ve más apagado y se reabren los fantasmas del verano. Empezó la temporada implicado sin tener el acierto habitual de cara a gol pero da la impresión de que, por desgracia, su estado de ánimo no es el que tantas veces hemos visto.