La plantilla, cada vez más sola y abatida

Diego Costa disputa un balón con De Jong

Diego Costa disputa un balón con De Jong / EFE

Tomàs Andreu

Tomàs Andreu

Carles Tusquets, eventualmente máxima autoridad del FC Barcelona, entendió, con buen criterio, que su deber era acompañar al equipo en el Wanda. Lo hizo por devoción y con vocación. Primero, con las labores propias que exige el rigor diplomático en el palco. Y luego, tanto o más importante, justo al acabar el partido advirtiendo a todo aquel que se le acercaba que la lesión de Piqué igual no era tan grave como apuntaba en un inicio. Nada que reprochar a Carles Tusquets. Faltaría más. Sin embargo, cuando es reseñable la respuesta positiva de un ‘presidente’ es motivo más que justificado para ‘sospechar’ de su entorno y precedentes. Ya saben que cuando en un equipo el portero es el mejor... pobre equipo.

Tusquets viajó, entre otros motivos, para constatar una señal de apoyo a un vestuario que se siente abandonado. Más de uno en ese núcleo, además, añadiría ¡y traicionado! No trató de justificar los malos resultados e incluso la mala imagen del Barça en el Wanda, pero la situación no ayuda.

A expensas de pactar una sustancial demora en los ingresos a percibir, la plantilla pelea contra viento y marea. Los rivales en el campo cada día están más crecidos, menos temerosos. Y fuera del terreno de juego crecen y se multiplican. Criticar no es que salga gratis... sino que suma puntos. Es un claro valor añadido.

Por si fuera poco, no hay precandidato que se precie que no se haya “entrevistado con el entorno de Messi”, que no se atreva a valorar/rectificar/matizar el fichaje de Griezmann y que no prometa cambios sustanciales en el modelo actual. Y todavía faltan por llegar los fichajes mediáticos.

Lo dicho, con permiso de Tusquets, la plantilla tendrá que hacerse valer por sí misma.