Piqué: el fondo y las formas

Piqué y Griezmann, en un Atlético - Barça

Piqué y Griezmann, en un Atlético - Barça / V. Enrich

Toni Frieros

Toni Frieros

El problema es que los jugadores [los del Barça] se creen los dueños del club. La junta tiene un miedo atroz a que alguno de los pesos pesados de la plantilla se enfade porque cualquier queja pública puede debilitar la gobernanza de la entidad”. La opinión es de una fuente del FC Barcelona. La misma fuente añade: “Y Piqué es particularmente ingobernable. Hace lo que quiere”. 

El incidente vivido estos días por el llamado ‘Caso Griezmann’ no es culpa exclusiva del jugador atlético y del azulgrana. También lo es, y mucho, de los propios clubs. Es un sinsentido, y también una vergüenza, que un deporte/negocio tan profesionalizado como es el fútbol no tenga un reglamento, el llamado ‘libro blanco’, que regule lo que pueden o no pueden hacer los futbolistas. Especialmente, en estos tiempos, con el uso de las redes sociales. De esos polvos, estos lodos.

El desconcierto que ha provocado el programa de la empresa de Piqué se hubiera podido evitar si el FC Barcelona tuviera definido, por contrato, un decálogo de comportamiento. Un manual de conducta profesional basado en un principio básico: el sentido común.

Sí, porque al final lo que más molesta de lo ocurrido con Piqué y Griezmann es precisamente la falta de sentido común al saltarse el más elemental respeto a las reglas de juego: ¿Le pidió permiso Griezmann al departamento de comunicación del Atlético de Madrid para conceder esa entrevista? ¿Acaso no deben hacerlo todos los medios de comunicación? ¿Avisó Piqué al FC Barcelona de que su empresa haría un reportaje con un jugador que, como era público y notorio (de ahí el interés de Piqué en hacerlo) estaba en negociación con el club? ¿No es un conflicto de intereses que un jugador del Barça se inmiscuya en un tema que afecta a la entidad que le paga?

A mi juicio, lo que han protagonizado Piqué y Griezmann es competencia desleal y, usando un símil más político, tráfico de influencias. Han usado y abusado de su posición para preparar un excelente reportaje que seguramente, o no, no hubiera podido hacer cualquier otra productora sin los preceptivos permisos. Es decir, Griezmann y Piqué se lo han guisado y se lo han comido... a espaldas de sus empresas.

Si todo eso ya es inaceptable, el cachondeo con el Twitter entre Piqué y Umtiti merece que el FC Barcelona se plante y diga “hasta aquí hemos llegado”. Hace tres años que en un cajón de un despacho del club descansa un profuso y documentado informe que hizo el entonces Director de Comunicación del club, Albert Montagut. En él explicaba cómo regulan el uso de las redes sociales las principales Ligas americanas: NBA, NHL y MLB.  En Estados Unidos, a los que llegan nuevos a un club se les da un libro en el que, entre otras cosas, se les dice cómo deben comportarse ante los medios de comunicación, dónde y cuándo están obligados a atenderles y unas recomendaciones sobre redes sociales. Allí, lo de Piqué no hubiera ocurrido.

Ningún presidente del Barça se ha atrevido a ponerlo en marcha... por miedo a incomodar a los jugadores. Tampoco ningún director de comunicación lo ha desempolvado. Creo que ha llegado el momento que el FC Barcelona y el vestuario del primer equipo (ya se hace en el fútbol base) se miren a los ojos y que de una vez por todas se establacezca un código basado en el respeto, el compromiso, la profesionalidad y se regule por contrato. Los jugadores son empleados e imagen del club. No sus dueños.