Piqué evidencia la plaga de los insultos en el fútbol

La celebración de Piqué ha levantado ampollas

La celebración de Piqué ha levantado ampollas / sport

Ernest Folch

Se confirma que el guionista del fútbol tiene días perversos. Cuando el Barça de Valverde agonizaba otra vez en Cornellà, apareció precisamente Piqué para empatar de un gran cabezazo otro gran cabezazo de Gerard Moreno. Después de toda una semana de polémica con las famosas declaraciones sobre el Espanyol de Cornellà, lo que el guión más morboso demandaba era un tanto de Piqué con dedicatoria incluida. Y así fue.

El central del Barça remató al fondo de la red y a continuación mandó callar al público de Cornellà. Después del partido Piqué confirmó lo que ya se sospechaba: “Es lo mínimo que podía hacer después de todo lo que ha pasado. Que insulten a mi familia sí es falta de respeto.” Una vez más, Piqué entra en terreno desconocido y demuestra su capacidad para ser siempre el centro de la polémica pero también para abrir nuevos y necesarios debates.

Porque el episodio sirve para denunciar de una vez los repugnantes insultos que se producen a diario, no sólo en Cornellà sino en todos los campos, incluido el Camp Nou, una terrible plaga que el gesto de Piqué pone en evidencia y obliga a reflexionar cómo extinguirla lo antes posible. Pero curiosamente sirve también para evidenciar que en el fútbol la mejor revancha siempre es la que se produce en el campo y no en una rueda de prensa.

La celebración de Piqué, guste o no, estaba dentro del ámbito del juego, y seguía la tradición de hacer callar la afición rival, como ya hizo en su día Raúl con el Camp Nou. Por eso será siempre mucho mejor el Piqué que quiere dar una lección en el terreno de juego que no el Piqué que se reafirma tozudamente en la puya del Espanyol de Cornellà y habla como ayer de “desarraigo”, un término ofensivo e innecesario que este domingo debía haber evitado.

Aún así, la enésima rebelión de Piqué plantea preguntas incómodas que hoy no tienen respuesta: ¿por qué tienen que aguantar los jugadores los insultos y el menosprecio de los espectadores? ¿Dónde está escrito que esta aberración vaya con su sueldo? El episodio de Piqué lo tapa todo, incluido que el Espanyol, una vez más, fue un rival muy duro para el Barça, que solo lo empató cuando entendió que las condiciones climáticas no daban para hacer florituras.

Y es que no hay ningún equipo más incompatible con la lluvia que el Barça. La tromba de agua que cayó sobre Barcelona anuló por completo la segunda parte, en la que se jugó a un fútbol acuático sin espacio para el talento y propicio para las entradas duras y los piques entre jugadores. Una vez más, lo que quedará de este partido es un huracán llamado Piqué.