La pérdida de Ilaix, una inversión de futuro

Ilaix apunta al Leipzig

Ilaix apunta al Leipzig

Ernest Folch

Ernest Folch

Laporta ha hecho lo único que podía hacer: plantarse ante Ilaix y convertir su marcha en un mensaje de gran valor para el resto de canteranos. Ilaix ha priorizado el dinero a su propia carrera deportiva, y los jóvenes deben saber que los que piensan así en el Barça no tienen cabida.

Corría el minuto 94 del último clásico de Liga cuando el joven debutante Ilaix Moriba de apenas 18 años enganchó un balón perdido en el punto de perdido, lo bajó magistralmente con el pecho y su trallazo impactó contra el travesaño. El Barça se quedó a las puertas de un empate que hubiera podido cambiar el destino de la pasada Liga... y el de Ilaix. Nunca sabremos lo que habría pasado si hubiera entrado aquel disparo fenomenal, que ciertamente habría dado la vuelta al mundo y habría revalorizado el jugador hasta límites insospechables. Pero en el fútbol todo depende de un centímetro y desde aquel 10 de abril han pasado casi cinco meses, y el destino de Ilaix ha sufrido un vuelco total.

Sus 18 partidos (14 de Liga, 1 de Champions y 3 de Copa) en el año de su debut de poco servirán después que el pulso que mantiene con el club haya llegado a un punto muerto sin retorno posible. Ahora es hora de recordar que el joven futbolista, nacido en Conakri, capital de Guinea, llegó al Barça con solo 7 años procedente del fútbol base del Espanyol. No despuntó de verdad hasta que con 15 años llegó a las manos de Franc Artiga en el juvenil B, y enseguida pasó al juvenil A. En aquel momento, y después de una actuación estelar en la UEFA Youth League, se fijaron en él muchos equipos europeos, y el club movió ficha: se convirtió entonces en el canterano mejor pagado de la historia del club (con una cantidad no oficial de más de un millón de euros al año, y una espectacular cláusula de rescisión de más de cien millones, con las correspondientes comisiones a su representante).

En su paso al primer equipo, IIaix tuvo la suerte de encontrarse en su camino a Koeman, que se la jugó por el joven futbolista, e Ilaix respondió a la confianza con actuaciones sorprendentes para un jugador de su edad. Tras las elecciones, la nueva junta se encontró con otra imprevista patata caliente: Ilaix finalizaba contrato a finales de la siguiente temporada y sus agentes exigían triplicarle el sueldo (más allá de los 3 millones) para renovarle. Los nuevos ejecutivos del club, con la aprobación de Laporta, ofrecían una mejora de contrato y aceptaban rebajar el tiempo de contrato de 5 a 3 años, pero sin ceder a las estratosféricas pretensiones de sus representantes.

Ya han pasado demasiados días, y las heridas son incurables. El jugador filtraba hace unas horas que se sentía maltratado por el club. La realidad es otra completamente distinta: en un club arruinado, Ilaix ha antepuesto el dinero a su propia carrera deportiva. Y Laporta ha optado, correctamente, por plantarse y de paso enviar un mensaje a todos los canteranos. Como le dijo un día Cruyff a Dennis Bergkamp, si quieren ser felices que se queden en el Barça, pero si quieren dinero, que se vayan. Sabe mal por Ilaix, pero el club ha hecho lo que debía. La pérdida de Ilaix es dolorosa ahora pero puede ser una inversión de sensatez de cara al futuro.

MÉS QUE UN CLUB: Presión para el femenino

El Barça femenino regresa de Estados Unidos con un sabor agridulce: satisfechas por la experiencia pero preocupadas por la poca contundencia mostrada ante el Olympique de Lyon (3-2), una derrota que las dejó fuera de la final. El nuevo proyecto de Jonatan Giráldez, tras la sorprendente dimisión de Lluís Cortés, arranca con todos los focos puestos en un equipo que quiere volver a ganarlo todo. La buena noticia es que esta temporada el femenino tendrá la misma presión que el masculino.

MENYS QUE UN CLUB: Prisas para enterrar a Messi

El desesperado presentismo en el que vive el fútbol, que tan a menudo olvida el pasado y menosprecia el futuro, hizo creer a más de un iluso que la era Messi quedaba superada de golpe y porrazo por la buena actuación del equipo ante la Real Sociedad. Como si un solo partido, las buenas sensaciones de los nuevos fichajes, y la impresión más o menos general de que el equipo corría más y mejor ya bastaban por si solos para superar la etapa más gloriosa del Barça. Ilusión, sí. Tomarnos el pelo, no.