Pep Segura tenía razón...

Osimhen ganó los duelos individuales con Van Dijk en el pasado Nápoles-Liverpool (4-1) de la Champions League 2002-23

Osimhen ganó los duelos individuales con Van Dijk en el pasado Nápoles-Liverpool (4-1) de la Champions League 2002-23 / AFP

Robert Moreno

Robert Moreno

Llevamos ya seis jornadas de Liga y dos de Champions League y se constata algo que Pep Segura me dijo hace tres años. El fútbol de alto nivel de los próximos años va encaminado a jugar con tres defensas. En ese momento no lo entendí bien, de hecho pensé que no tenía mucho sentido lo que me decía, yo siempre había jugado con cuatro defensas y jugar con uno menos me parecía arriesgado. Ahora veo que se refería a un concepto más estructural que de sistema. La tendencia creciente a tener siempre tres jugadores por detrás del balón como mínimo. La verdad es que Pep Segura siempre ha ido un poco por delante en análisis del juego. Un visionario y maestro para mí. Volveremos sobre esto un poco más adelante.

Riesgos asimétricos

Los grandes inversores financieros tratan de basar sus movimientos en los mercados buscando riesgos que sean asimétricos hacia el lado de las ganancias. Es decir, mucho beneficio con poco riesgo. Normalmente lo basan en el largo plazo, en periodos largos que les permitan compensar los malos momentos, porque siempre llegan, con los buenos o muy buenos. Huyen del riesgo que les aporta poco beneficio o pérdidas.

El fútbol, en cierto modo, se parece a las inversiones. Con la salvedad de que no puedes aplicar el largo plazo porque, o consigues resultados, o pierdes tu oportunidad para seguir entrenando. Pero así funciona la sociedad: resultados, resultados y más resultados. Siguiendo con el símil de la inversión, debes recoger la información que tienes, aplicar tus conocimientos y tomar decisiones para tratar de conseguir esos resultados.

Creo que en parte los entrenadores deberíamos hacer algo parecido a los grandes analistas. Analizar la plantilla que tenemos y tratar de establecer un modelo que beneficie al máximo a sus componentes. Preparar el siguiente partido y proponer una estrategia que aumente nuestras posibilidades de ganar sin correr riesgos innecesarios. Esto escrito en un par de líneas suena atractivo y coherente, pero aplicarlo supone un enorme reto. Los entrenadores somos profesionales de la toma de decisiones. Decidimos absolutamente todo lo que envuelve al equipo en su día a día de la competición. Y si hay alguna cosa que se nos olvida decidir, alguien se preocupará de preguntar. Solo existe un momento en el que nuestra escala de valores respecto a los riesgos a tomar cambian: cuando tenemos el partido perdido o la categoría casi perdida. Y ahí entra en juego algo que trasciende a los entrenadores y tiene que ver con las personas.

Cuando no tienes nada que perder, tomas más riesgos. En ese momento el beneficio de tomar riesgos es tan grande que no importan las consecuencias: lo que está perdido solo se puede empatar o ganar. Y es algo que pasa dentro de los propios partidos. Equipos que están jugando de manera ofensiva y que marcan un gol, pasan automáticamente a defender y ceder la iniciativa en el juego. O los últimos minutos de un resultado favorable que hacen que el rival tome tantos riesgos que te obligue a defender de forma anómala estando dentro de tu propia área.

Las estructuras en el fútbol

Como entrenadores tenemos influencia en un partido hasta cierto punto. El fútbol es de los futbolistas, para lo bueno y para lo malo. Aunque lo malo normalmente repercute en el entrenador como máximo responsable de un equipo. Nuestra misión es la de tratar de ayudar a los jugadores a desarrollar sus virtudes y procurar esconder sus limitaciones. 

Más allá de los sistemas de juego, que no dejan de ser la disposición inicial del equipo antes de que el árbitro pite, nuestra misión está en la dinámica de movimientos de las estructuras de juego. Es decir, cómo se colocan los jugadores con balón o sin balón dependiendo de la zona del campo donde se esté desarrollando el juego.

De nosotros depende cuántos jugadores se colocan por delante del balón, a la altura del balón o por detrás del balón en cada situación. Cuántos se ubican en banda, cuántos ocupan el área para finalizar las acciones. Cuántos se quedan cerrando la estructura y haciendo vigilancias sobre los rivales que se quedan descolgados de su propia estructura defensiva. O cuántos juegan de cara para iniciar el juego. Depende de los entrenadores cómo queremos manejar los riesgos que supone cada estructura. Como ejemplo de esto las declaraciones de Klopp después del partido contra el Nápoles. 

Dijo en rueda de prensa que habían corrido demasiados riesgos y pedía disculpas a sus aficionados. ¿A qué se refería? Cuando dejas situaciones de un atacante contra un defensa apuestas a que tu defensa va a ser mejor que el delantero. Ese día Oshimen fue mejor en sus duelos individuales contra Joe Gómez y Van Dijk, que no tenían cobertura alguna. Pero tampoco le salió bien tirar la línea tan arriba contra un equipo tan rápido al espacio. Ese día, Spalletti ganó la partida estructural.

Desde hace unos años, cada vez son más los entrenadores que optan por dejar cerrando la estructura a tres jugadores. Algo que ofrece más seguridad cuando tenemos que defender transiciones rivales porque estamos ubicados en campo rival. Pero también cuando defendemos centros laterales porque nos toca estar cerca de nuestra portería. Como hemos dicho más arriba, todo es cuestión de riesgos y beneficios. Uno de los primeros que tuvo éxito con esta estructura en España fue Pablo Machín con el Girona. Y como suele suceder, el éxito generó seguidores que querían tener los mismos resultados. Aunque normalmente no se habla de los que no consiguen resultados. El ganador se lleva todo.

Otro que ha venido utilizando este sistema desde hace mucho es Antonio Conte. A mí me tocó sufrirlo en la temporada 2011-2012 cuando él entrenaba a la Juve supercampeona y yo formaba parte de la AS Roma. Pero después también lo ha hecho con Chelsea, Inter de Milán y ahora Tottenham. En España son varios los equipos que utilizan con más o menos continuidad una estructura con 3 defensas. Simeone con el Atlético de Madrid es un claro ejemplo.

En su caso con la reciente incorporación de un centrocampista, Witsel, a esa línea de tres con gran resultado, bajo mi punto de vista. Pero existe uno que me parece destacable por lo inteligente de la propuesta, no solo para determinados partidos sino como medida para competir en Europa. Me refiero a Xavi.

Koundé, el central que juega en banda

Durante el verano, mientras seguía el diseño de la plantilla del FC Barcelona, no acababa de unir ciertas informaciones relacionadas con el lateral derecho. Se hablaba de jugadores como Azpilicueta, Meunier... Y en los partidos veíamos jugar a Araujo o Koundé en esa posición. Jugadores que podemos decir que tienen un corte más defensivo que ofensivo. Y fue con la variante que utilizó Xavi contra la Real Sociedad donde todo adquirió sentido. En aquel partido, el FC Barcelona jugó con un sistema que se empezó a utilizar en la década de los 50.

Aquí se ha hablado de 3-4-3 en cuadrado, aunque en sus orígenes se hablaba de la WM, porque visto desde una posición cenital se pueden leer esas letras. La W se consigue uniendo a los 3 delanteros con los dos centrocampistas más avanzados. La M con los dos centrocampistas más retrasados junto a los 3 defensas. Ese día tenía además doble sentido porque ocupaba los espacios libres que dejaba la Real Sociedad con su 4-2-3-1, dificultando así las referencias de presión alta de la Real. En el caso del Barça, esta variante se convertía en un 4-1-4-1 en defensa porque el extremo izquierdo era un lateral como Balde. Pero es algo que también podrían hacer Jordi Alba o Marcos Alonso.

En los siguientes partidos, ya con el 4-3-3 clásico, el Barça ha seguido apostando por un central que juega en banda. De esta manera, puede mantener a un extremo puro abierto, como le gusta a Xavi, y mantener una estructura que pone más elementos para la defensa de posibles contras. De hecho, muchas de las ocasiones y alguno de los goles que sufrió el Sevilla se debían precisamente a que estructuralmente solo tenía por detrás del balón a dos centrales y un pivote por delante. Uno de ellos era Fernando, un pivote reconvertido para ese partido, junto a Nianzou.

Xavi ha generado un sistema ofensivo asimétrico (tiene una estructura diferente en banda izquierda respecto a banda derecha) que busca riesgos asimétricos. El equipo tiene en banda izquierda a un lateral que es más profundo en determinados partidos.

Normalmente, se combina con un extremo que tenga tendencia a venir hacia dentro y dejar espacio para que se dé muchas veces una jugada que empieza a ser habitual. La llegada del lateral izquierdo por sorpresa para sacar un centro con varios jugadores dentro del área. En banda derecha, sin embargo, nos va a costar algo más ver a Koundé llegando al último tercio del campo para sacar centros. Aunque es algo que no le resulta extraño porque ya lo hacía con el Sevilla aun jugando de central. En ese caso, era porque muchas veces Fernando se quedaba cerrando con Diego Carlos. Veremos muchas veces a Dembélé o Raphinha abiertos, recibiendo y encarando solos al lateral de turno.

Y por qué decía más arriba que me parece inteligente. Creo que el fútbol actual ha evolucionado mucho en lo táctico, los equipos cada vez están mejor preparados y tienen jugadores más inteligentes. Seguramente, esta estructura de la que hablamos no la va a necesitar en muchos de los partidos que se va a encontrar en la Liga española. 

Pero Europa es otra cosa, la Champions es otra cosa. Allí hay que minimizar riesgos en lo táctico que es lo que podemos hacer los entrenadores. Después, el talento de los jugadores es algo que no podemos controlar. Solo podemos tener la fortuna de tener a jugadores que tiran por tierra cualquier planteamiento táctico. Déjenme acabar con otra frasecita propia del mundo de las inversiones (otra de mis pasiones). Existe un mantra repetido en todos los folletos de fondos de inversión o productos financieros estructurados que reza cómo sigue: resultados pasados no garantizan resultados futuros. Si lo trasladamos al mundo del fútbol podemos aseverar que: victorias pasadas no garantizan victorias futuras, pero sobre todo, derrotas pasadas no garantizan derrotas futuras.