El penúltimo error de la Junta de Bartomeu

El futuro de Bartomeu se decidirá en un voto de censura

El futuro de Bartomeu se decidirá en un voto de censura / EFE

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Por culpa del covid-19, el fútbol, como la mayoría de negocios, ha entrado en una crisis de consecuencias imprevisibles hasta que desaparezca la terrible pandemia que afecta a todo el mundo. Nadie sabe cuánto va a durar la problemática económica en la que estamos metidos, pero parece claro por la gravedad de la segunda oleada de contagiados que la temporada 2020-2021 sufrirá una caída de ingresos importante que se debe compensar con una bajada del gasto del mismo nivel para evitar déficit.

Ante esta situación, el Barça se ve obligado a rebajar el presupuesto de esta temporada a 791 millones, 256 menos que la temporada anterior, cuando se partió de un presupuesto récord de 1.047 millones. Esto significa un descenso del 25%, lo que obligará a realizar un ajuste de gastos importante para no volver a tener números rojos. Esta situación provocó que el club enviara el 6 de octubre una carta al Comité de Empresa anunciando que iba a tramitar un procedimiento colectivo de modificación de las condiciones de trabajo de su plantilla y en 15 días daría conocimiento de las acciones según lo establecido en el Estatuto de Trabajadores.

Hasta aquí, todo normal y previsible. El covid ha explotado la burbuja del fútbol antes de lo previsto, los ingresos caen en picado y nadie puede vaticinar cuándo volveremos a ver lleno el Camp Nou. Pero llegados a este punto, el Barça se ha equivocado con las formas. A nivel humano, los empleados del club y los jugadores tienen la misma condición y merecen el mismo trato. Pero sus diferencias salariales son tan grandes que a la hora de una negociación no pueden sentarse en una misma mesa por razones obvias. El coste anual de los 540 empleados del club es de 38 millones, el 4% del presupuesto total. El coste de la plantilla del primer equipo es de 560 millones, el 70% del nuevo presupuesto.

La primera vez que la plantilla redujo sus contratos en 42 millones, un 6% de recorte, el presidente Bartomeu acudió al entrenamiento para explicar la situación a los jugadores. Era la primera negociación de este tipo y, tras algunos desencuentros, aceptaron apretarse el cinturón. El Barça esta vez se ha olvidado de las formas y es el único club del mundo que ha pedido por carta pública a los jugadores que reduzcan sus contratos. Es el penúltimo error de la Junta de Bartomeu. Ante la visita del Madrid y el debut en la Champions, no parece el mejor momento para destapar la caja de los truenos. La gravedad del caso -se les pedirá una rebaja entre el 20 y el 30% de sus contratos- merecía una reunión personal del presidente con la plantilla.

Los jugadores del Barça están molestos e indignados con el trato recibido por parte del club. Muchos de ellos se han enterado cuando estaban con sus selecciones y no parecen dispuestos a facilitar la negociación. Asesorados por un despacho laboral, van a enviar una respuesta al club mostrando su disconformidad con las formas y el fondo. Se abre una nueva polémica que lamentablemente contribuirá a aumentar el divorcio entre los jugadores y la directiva. Mal asunto.