El pecado es no entender el Barça

Josep Maria Bartomeu se vio obligado a rectificar y descartar el nuevo escudo

Josep Maria Bartomeu se vio obligado a rectificar y descartar el nuevo escudo / sport

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

No lo vieron venir. Ese es su gran pecado. No presentar un nuevo escudo, ni hacerlo por sorpresa y bajo un sigilo que cogió a todo el mundo con el pie cambiado. Eso nada tiene de malo y hasta parecen decisiones cargadas de buenas intenciones. Seguramente lo son. El problema es plantear a la asamblea cambiar su historia, dejar de ser el Barça y convertirse, ya sin posibilidad de dar marcha atrás, en una empresa. No lo vieron venir porque no saben donde están, no entienden que el club no puede gestionarse como les enseñaron a gestionar empresas en ESADE. El Futbol Club Barcelona no es una empresa y eliminar las siglas de su escudo significaba empezar a serlo. Sus estatutos le definen como “asociación deportiva catalana de naturaleza privada, de personas físicas sin ánimo de lucro” y así debe seguir siendo.

Josep Maria Mir, experto en el diseño de marca, presentó al socio el nuevo escudo como quien presenta el nuevo modelo de Iphone. Una reformulación solicitada y aprobada por la junta directiva de Bartomeu. La decisión de cargarse el “FCB”, pues, fue consensuada, pero solo tiene dos posibles orígenes: la propia junta o la empresa de Mir, Summa. En el primer caso, si quienes gobiernan pusieron como condición eliminar las siglas, sería una declaración de intenciones futuras muy peligrosa. Pero si lo que hicieron fue aceptar la amputación presentada por Summa, ello mostraría una pérdida total de percepción de la realidad y les invalidaría automáticamente para seguir dirigiendo el Barça. La camiseta cambia cada año porque su diseño no está en los estatutos, pero el escudo es de la gente. Es insignificante que Bartomeu retirara la votación: el pecado, anterior, es creer que quienes normalmente asienten con disciplina a todo lo que se les propone no se rebelarían cuando notaran la sierra cercenando su historia. El gran pecado de Bartomeu es no prever la tormenta, no entender el Barça.