Aquí no pasa nada y si pasa, se le saluda

Los resultados no son todo y el Covid-19 no tapa la cruda realidad: se puede engañar a algunos un tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo

Lo que sí es culpa de Koeman es que los mejores jugadores del equipo involucionen y no evolucionen

Koeman observa a su Barça durante el Clásico

Ronald Koeman observa el partido durante el Clásico Barça-Real Madrid de La Liga 2020-21 / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

"Despedir a Ronald Koeman no arregalará lo que pasa en el Barcelona". Eso nos repiten, con vehemencia y desde hace más de un año, desde el tendido siete de un barcelonismo feliz de ocupar el primer lugar en la fila de las excusas y el último en la cola de la autocrítica. En efecto. Echar a un entrenador, a cualquier entrenador, nunca es una buena solución. Sin embargo, cuando un entrenador no es capaz de ganar a ningún equipo de la elite, a ningún rival con cara y ojos, se impone una ley no escrita que es universal: si no eres parte de la solución, formas parte del problema. En el debe de Koeman no está confeccionar una plantilla desequilibrada, ni la marcha de Messi, ni la cesión de Griezmann, ni el pasar de los mejores partidos de una vieja guardia que espera de que la guardería apunte brotes verdes a los que poder agarrarse, como un náufrago a su tabla. Eso no es culpa de Koeman.

Lo que sí se puede apuntar en su debe es ser incapaz de dar con la tecla que permita competir decentemente y jugar mejor de lo que lo hace a una plantilla que soñaría entrenar el 99% de todos los entrenadores de la industria del fútbol profesional. Lo que sí es culpa de Koeman es que los mejores jugadores del equipo involucionen y no evolucionen. Lo que sí es culpa de Koeman es que los socios, que tienen ganas de aplaudir a su equipo, salgan mosqueados cada vez que pagan su entrada para ir al estadio. Lo que sí es culpa de Koeman es desdeñar la palabra autocrítica, refugiándose continuamente en su condición de inquilino habitual de cinco palabras: "Esto es lo que hay". No se pueden pedir milagros, dice. Aquí no pasa nada y si pasa, se le saluda.

La cruda realidad del asunto es que lo de Koeman lo veía venir un ciego, aunque venda cupones a bastonazos. Y que si sigue ahí, ya no será culpa suya, sino de quien le mantiene por razones ignotas, porque de ese barco ya no salen hilillos, sino chapapote para cubrir el futuro Espai Barça. Hacía 85 años que un entrenador del Barça no perdía tres partidos seguidos ante el Real Madrid. Fue Patrick O'Connell en la temporada 1935/36. A ese dudoso honor y funesto hito cabe añadirle que, con Koeman en el banquillo, el Barcelona no le ha ganado a ningún equipo de su talla: Juventus, PSG, Bayern de Múnich, Benfica, Atlético de Madrid o Real Madrid. En casa o fuera. El orden de los factores no altera el producto. El Barcelona de Koeman tropieza siempre en la misma piedra. Cada vez que hay partido grande, no gana. Y no pasa nada. Nunca la exigencia del Barcelona estuvo tan barata, nunca una triste Copa salió tan cara y nunca hubo tanta barra libre de conformismo. Y esto es el Barcelona. Aquí perder tiene consecuencias. O eso nos dijeron.

INTRASCENDENTE FRENKIE

Que Frenkie De Jong es un extraordinario futbolista no escapa a nadie. Que desde que llegó al Barcelona ha involucionado, es de dominio público. Pasa por los partidos grandes de puntillas, se ha estancado, no explota sus grandes condiciones, no pesa en el juego y se ha vuelto intrascendente. Y el Barcelona no espera a nadie. Se llame como se llame.

TRIPLETE CARO

Al cruce. Piqué dijo las verdades del barquero en 'El País'. Que el triplete de 2015 salió caro y que empoderar a Bartomeu con la púrpura de los títulos fue un disparate. Moraleja para el culé: los resultados no son todo y el Covid-19 no tapa la cruda realidad: se puede engañar a algunos un tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo.