El partido perfecto de Iniesta deja a muchos en evidencia

Andrés Iniesta, capitán del FC Barcelona, insta al barcelonismo a cerrar filas y luchar por el doblete

Andrés Iniesta, capitán del FC Barcelona, insta al barcelonismo a cerrar filas y luchar por el doblete / Javier Ferrándiz

Ernest Folch

Ernest Folch

No hubo final, porque el Barça sencillamente se la quedó en propiedad, para recordarla durante mucho tiempo. El equipo de Valverde salió al Wanda como si estuviera poseído y arrasó al Sevilla en final maravillosa, quizás la mayor exhibición de la historia del torneo. El último precedente de un 5 a 0 en una final es del 1915, un dato que ya habla por si solo del acontecimiento que se vivió ayer en el Wanda.

Sí, aunque parezca mentira, aunque provoque una rabia inevitable, un equipo casi idéntico al que sucumbió en Roma se transformó en una máquina total de hacer fútbol. Se confirma que en el desastre de la Champions hubo también un problema de intensidad. ¿Se imaginan qué habría pasado si el Barça hubiera salido en el Olimpico de Roma con la actitud de ayer? La respuesta es tan evidente que vuelve a ponerse de manifiesto que si esta temporada no se celebrará un triplete es porque en el día menos indicado el equipo salió al campo sobrado y falto de actitud. Lo que es indiscutible es que ayer se vio a la mejor versión posible del Barça, del que sobresalió por encima de todos un majestuoso Iniesta, que desde el primer minutó saltó al Wanda vestido de bailarín, y tuvo además el premio de un gol que pareció marcar como un homenaje a su fabulosa carrera.

Es difícil imaginar una forma mejor de despedirse del club de su vida: sus emotivas lágrimas cuando fue sustituido son la prueba definitiva de que Andrés se va, y además a su manera: con elegancia, aplaudido por todos y siendo el mejor de un partido perfecto. Curiosamente, la final empezó en un ambiente enrarecido, con informaciones que pretendían hacerle la cama al entrenador el mismo día de partido, y que obligaron, nada más y nada menos que a un vicepresidente del Barça a negar que fueran a destituir a Valverde pocas horas antes de empezar la final. Alguien quería incendiar al Barça y a su entrenador antes de tiempo, y el tiro le ha salido por la misma culata.

Pero la exhibición blaugrana no solo sirvió para dejar en evidencia a los pirómanos propios, sino también a los ajenos, los que se pasaron toda la semana machacando con los pitos, porque el juego estratosférico del equipo blaugrana arrasó también con todos los intentos de politizar la final: gracias al Barça el fútbol fue el único protagonista de la noche, y los silbidos fueron al final un simple invitado de piedra. El partido perfecto de Iniesta, que permitirá el octavo doblete blaugrana, se elevó por encima de todos, incluidos los que manipulan y deja a algunos con el culo al aire. El fútbol de verdad puede con todo.