"¿Papá, otra vez te vas al gol?"

Leo Messi se abraza a su hijo Mateo durante la celebración de LaLiga

Leo Messi se abraza a su hijo Mateo durante la celebración de LaLiga / EFE

Rubén Uría

Rubén Uría

La décima del diez. Quince temporadas, diez veces campeón. Amo y señor del campeonato, Messi gobernó la Liga con una superioridad aplastante. Pasan los años y los entrenadores, pasan los cracks y los estilos, pero Messi sigue ahí, imparable. Su dominio es casi extraterrestre: es el que más goles marca, el que más asistencias da, el que más regatea, el que más anota desde fuera del área y el mejor lanzador de faltas directas. Debutó en el Barça en 2004 y desde su irrupción, el ciclo ganador se ha invertido. En los cincuenta Di Stéfano vestía de blanco y tiranizaba la Liga. Ahora Di Stéfano viste de azulgrana, se llama Lionel y gobierna una dinastía que devora títulos a su paso: siete Ligas en una década.  Mientras Messi quiera, su dinastía no tendrá fin.  Su hijo, Thiago, lo sabe mejor que nadie: “Papá ¿otra vez te vas al gol?”. Y papá Messi le da un beso, sale de casa y se va al gol. Lleva quince años yéndose al gol y ha cambiado la historia. La del Barça, la de la Liga y la del fútbol mundial.

Siete de diez. Título tras título, el reinado del Barça ya es una tiranía. Messi agota los calificativos, pero sus escuderos confirman que nadie es mejor que todo un equipo. Piqué (imperial), Ter Stegen (extraordinario), Suárez (letal), Alba (gigantesco), Busquets (pura precisión), Rakitic (descomunal) y compañía han rubricado una temporada excepcional. Sin Messi, el Barça es un gran equipo. Con Messi inspirado, es una máquina de devorar partidos, puntos y títulos. Ya son siete Ligas de las últimas diez en juego. No es casualidad.

La segunda de Ernesto. Segunda temporada, segunda Liga. Menos revolucionario que Guardiola y menos carismático que Luis Enrique, Valverde se ha ganado al Camp Nou. Pragmático y sensato, siempre tiene una solución para cada problema: no vendió a Rakitic, apagó el incendio Dembélé, confió siempre en Suárez y logró dosificar a Messi. Valverde es sinónimo de poco ruido y muchas nueces. Pep y Lucho ganaron el “triplete”. Ernesto aspira al tercero en la historia del club. Poca broma.