El palco del Bernabéu y la boda de la hija de Aznar

A Florentino le crecen los enanos

A Florentino le crecen los enanos / AFP

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Por más listo y pillo que sea Gerard Piqué, es imposible que lo tuviera previsto. Puede que intuyese que, largando como largó, metería la pata en algún detalle judicial, procesal o de reglamento, pero, ni siquiera porque muchos sospechamos que Piqué no da puntada sin hilo, podía saber que el mismo día que Florentino Pérez presentaba un megacontrato con Telefónica sin nada a cambio (esos son los poderes de estar en el palco del estadio Santiago Bernabéu) hablando, cómo no, de los valores de su club, eldiario.es, que hace algunos días cerró su recientemente creada sección de Deportes por la protesta de una veintena de sus accionistas al considerar “que el Deporte no es serio”, lanzaba a los mil vientos que Florentino había creado, asociándose a un corrupto, un diario digital, que, encima, bautizó utilizando irreverentemente el nombre de Bernabéu, para mayor loa suya y, sobre todo, puteo de su entrenador Carlo Ancelotti, diariobernabeu.com pues enviaba a sus periodistas a preguntarle por qué no alineaba a Gareth Bale, con lo que le había costado a su presidente.

Manipular. Me perdonarán (ahora sigo con lo mío), pero la operación me parece de una mezquindad, de una tomadura de pelo para los seguidores blancos, de un desprecio para el resto de los medios de comunicación, que ver y oír a Florentino, delante del poderoso presidente de Telefónica, hablar de valores, cuando los juzgados han demostrado que le dictaba, vía whatsapp, las informaciones, las críticas, los ataques y las opiniones a sus periodistas es pretender enseñarle modales a Piqué mientras comes con la boca abierta, te limpias los mocos con la manga de la chaqueta o escupes en la acera.

Es evidente, aunque no todos los medios de comunicación de Madrid lo hayan reflejado, que es mucho más grave descubrirle a Florentino Pérez que había creado su propio medio de comunicación para maltratar a los demás y manipular y comerle el tarro a sus socios y seguidores con los temas que a él, no al Real Madrid, le interesaban, que la fanfarronada de Piqué, de la que ya se ha olvidado hasta Sergio Ramos, que ya está pensando en el clásico para meter, no uno, sino dos goles en el minuto ‘noventayramos’. Así que, una vez olvidado el farol de Piqué, que descansa en lo alto de un  árbol (como puede observarse en su magnífica foto de Instagram), podríamos hablar del auténtico puto amo de este montaje. Del palco, sí, pero también del hombre que (a veces lo olvidamos) salvó de la quiebra al Real Madrid, gracias a sus relaciones político-empresariales, a su palco mágico y al pelotazo de 500 millones obtenido ¿recuerdan? con la recalificación de la Ciudad Deportiva de la mano del PP, del alcalde Álvarez del Manzano, y del presidente autonómico de entonces, Ruiz-Gallardón.

Me lo contó hace tres años un periodista enorme, tremendo, ya jubilado. “Florentino es ingeniero de Caminos, Canales y Puertos. Es un Ibex-35. Tiene origen político y conoce la fontanería de los partidos y cómo lograr las cosas. Toma decisiones sin pestañear. Y toma decenas al día. Admite muy pocas respuestas y no le gusta ser cuestionado. Florentino siempre ha trabajado en clave de poder y puede que el fútbol (y los medios de comunicación, añado yo), le parezca un juego de niños”.

Nunca olvidaré la conferencia de prensa, en noviembre de 2015, cuando tuvo la necesidad de confirmar en el cargo a Rafa Benitez y un periodista quiso saber si estaba preocupado por el juicio que le había planteado la oposición al endurecer (perdón, encarecer) la fórmula para poder ser candidato a la presidencia del Real Madrid. Florentino se estiró la americana y le contestó con desprecio: “Yo soy presidente de una compañía con 1.500 empresas, 210.000 trabajadores y 30.000 millones de euros en contratos en curso. Como puede comprender, no estoy preocupado por eso, no”.

Ostentación de poder. Me recordó (espero que ustedes la hayan visto), la mejor escena de ‘Algunos hombres buenos’, cuando el teniente Daniel Kafee (Tom Cruise), abogado y gran litigador de la Marina de los EE.UU., acorrala al coronel Nathan R. Jessep, comandante en jefe de la base aérea de Guantánamo, en Cuba. “Mira, hijo”, le dice R. Jessen a Kafee, “yo desayuno a 1.000 metros de 3.000 soldados cubanos entrenados para matarme y no voy a consentir que ninguna boquita de Harvard, con su amariconado uniforme blanco, venga a decirme cómo tengo que defender a mí país. ¿Lo entiendes? No tengo ni tiempo ni ganas de explicarme ante un hombre que se levanta y se acuesta bajo la manta de la libertad que yo le proporciono y, después, cuestiona el modo en que se la proporciono”. Acto seguido, el coronel fue detenido. Aquel también fue el día que, cuando una periodista de El País le preguntó si podía asegurar la continuidad de Benítez hasta final de temporada, le dijo: “¿Puede usted asegurarme que la semana que viene seguirá trabajando en ese medio?” Qué sucio, qué duro, qué tremenda ostentación de poder.

Y es que Florentino, además de atreverse a crear su propio medio de comunicación, aunque sea de forma corrupta, siempre se ha vanagloriado, no solo de su palco de influencias, sino de controlar a los periodistas a través de su director, editor o propietario. A Florentino le encantaba aquella frase que José Mourinho lanzó a la cara de la prensa un día: “A partir de ahora, ya no hablaré contigo, hablaré directamente con tus jefes”.

De ahí que, durante muchos años, Florentino ha intentado, por todos los medios, que nadie hablase de su habilidad a la hora de mezclar su empresa y los vaivenes deportivos del Real Madrid. De ahí que nadie se atreva a decir que la llegada de Khedira, Sahin, Altintop y Özil al Madrid tuviese algo que ver con la adquisición de la constructora alemana Hochtief, de la misma manera que la compra del colombiano James, que ahora le molesta, estuviese relacionada al hecho de que ACS construya un tramo de autopista en Colombia por 692 millones de euros o que, mientras Chicharito jugaba de blanco, ACS peleaba por conseguir, junto a Acciona, FCC y OHL, un pellizco en los 460.000 millones que México iba a gastarse en infraestructuras, entre ellas el nuevo aeropuerto internacional de DF.

Pero volvamos al tema predilecto de Piqué, que nos mira desde su atalaya. La distribución de ese palco, más de 700 asientos privilegiados, lo más cerca que se puede estar del poder durante tres horas, se decide, el día antes de cada partido, en el hall de un importante hotel de Madrid, donde Florentino Pérez se cita con José Ángel Sánchez, su director general, y deciden quiénes ocupan esas localidades, que, poco a poco, partido tras partido, generarán miles y miles de oportunidades y negocios, además de convertirse en la hoguera de las vanidades de empresarios, ejecutivos, banqueros y, sí, jueces, también jueces.  

Tanto, que el domingo 13 de septiembre de 2014, el diario AS publicaba una información en la que se hacía referencia a que los jueces podrían tener problemas para acceder al palco de autoridades de los estadios de fútbol. La razón no era otra que el Consejo General del Poder Judicial estaba preparando un nuevo código deontológico, que, en uno de sus puntos, impedía a los jueces aceptar las invitaciones de los clubs.

En la misma información se aseguraba que “algunos magistrados están contrariados por esta decisión, en especial los jueces que son seguidores del Real Madrid, que son mayoría”. Estos jueces -seguía relatando la información- no entendían por qué no pueden aceptar la invitación del presidente del Real Madrid, Florentino Pérez, a asistir al palco del Santiago Bernabéu, algo que venían haciendo habitualmente. Varios son asiduos a los 375 asientos reservados, más otros 304 boxes, butacas de lujo ubicadas entre el palco y los banquillos destinados también a los invitados o ‘conseguidores’, como también son conocidos.

Como muy bien relata uno de los periodistas que más y mejor conoce y ha sufrido en sus propias carnes el poder de Florentino Pérez, Alfredo Relaño, director de AS, “en el palco del Bernabéu, se celebra, cada 15 días, la boda de la 

hija de Aznar”.