Palabra de Pep ¡qué grande!

Pep Guardiola

Pep Guardiola / VALENTÍ ENRICH

E. Pérez de Rozas

E. Pérez de Rozas

Repito, el mundo del fútbol sigue dándole vueltas a la manera de jugar, a los jugadores que hay que tener y/o puedes fichar, a cómo afrontar las temporadas, a qué títulos son o no prioritarios, a cómo debes dosificar a tus estrellas (si es que las tienes) y, sobre todo, al valor de las victorias y los cetros que conquistas.

 Y en esa búsqueda de la verdad (si en España hay 47.720.000 entrenadores, habrá, digo, 47.720.000, o casi, verdades absolutas sobre esas cuestiones), nadie se pone de acuerdo, aunque son mayoría los que piensan que tú vales (o valdrás, o se te considerará) por lo que ganas, más que por cómo lo ganas.

Pese a todo, los hay que intentan, por todos los medios y vías, conseguir la cuadratura del círculo, es decir, ganar partidos, acaparar títulos y gustar al aficionado practicando un fútbol vistoso. No hay ninguna duda (y, ahora sí, todos coinciden en el nombre) que ese hombre, ese técnico, no es otro que Pep Guardiola y, ahora, su Manchester City, como antes fue el sublime Barça y, más tarde, el vistoso Bayern de Munich.

Los ha habido que han tratado de seguir esa senda, los hay que han sido durísimamente criticados por abandonarla cuando la poseían y hay pocos, muy pocos, que se atrevan a instaurarla en su club, en su plantilla, en su equipo, sabedores de que es un atrevimiento intentarlo (nadie más osado que el técnico de Santpedor) y que puede que mueran en el intento.

vistosidad

No hay duda que quien está al frente de una plantilla que debe acaparar títulos ha de pensarse, muy mucho, anteponer la vistosidad del juego a los títulos. No hay duda (y esa es la tesis que ha defendido siempre Guardiola que, cuanto mejor juegas, más posibilidades tienes de ganar) que si juegas al ataque, si dominas el balón, si lo posees tienes muchos números de ganar partidos. Y títulos.

No reflexionaré sobre los comentarios de Van Gaal en la magnífica entrevista que publicó 'El País' el otro día. La tesis del maestro holandés es totalmente cierta (“el fútbol es un deporte de equipo, de equipos, no de individualidades”) pero de ahí, amigo, a menospreciar a Leo Messi y Cristiano Ronaldo, insinuando que él preferiría tener en su equipo otro tipo de futbolistas, va un abismo. La respuesta de su ‘amigo’ Rivaldo, uno de los más impresionantes galácticos que ha dado el fútbol, es compartida por millones de aficionados: “Yo, en mi equipo, quiero a Messi y a CR7”. Y yo, claro.

Es evidente que, mientras estas pensando en estas cosas y, sí, todos queremos jugar de maravilla, ganar y conquistar títulos (pero eso no es -siempre-posible ¿verdad Pep?), y, de pronto, conectas la cadena Gol y ves a Pep sentado en un inmenso sofá, hablando con periodistas sobre sus cosas (perdón, sobre sus ideas, su fútbol, su forma de entender el juego y hacerlo practicar, su sueños…), te quedas boquiabierto y, sobre todo, continuas admirando a alguien que te habla claro.

fundamentalismo

"Es posible", comentaba Guardiola, "que en un inicio muchos me considerarán un fundamentalista, pero a los pocos meses de entrenar me di cuenta de que aquellas cosas que yo creía intocables debían reajustarse". Y eso hizo para bien suyo, de su carrera y de los éxitos de sus equipos. Ya no es tan dogmático, según él, aunque Van Gaal siga creyendo que sí, mucho.

Todos dicen que si pep no gana la Champions con su riquísimo e innovador MCity, Guardiola no alcanzará la plenitud. ¡Menuda chorrada! (apunto yo, perdón, perdón). Ya la ha alcanzado. Nadie discute que es el mejor. "Por supuesto que quiero ganar la Champions con el City, pero…que si se fracasa, se fracasa, que le vamos a hacer. Por supuesto que tuve envidia sana de ver la final de la Champions del Wanda, entre el Liverpool y el Tottenham, y que hubiese dado lo que fuese por estar ahí y jugarla".

Y volvemos al juego, al balón, al estilo, a la estrategia, a la posesión. ¡La posesión!, el gran dogma para alcanzar la perfección, preservar el estilo y acabar deleitando, agradando, nadie sabe si ganando (no la Champions, desde luego). "Tenemos el récord de los récords de posesión, lo tenemos nosotros, el City, en un partido de la última Champions ante el Basilea. Y perdimos 0-2. El 80% de esa posición fue…entre nuestros centrales. Eso no es nada. Eso es cero. Eso no sirve de nada. No es posesión, es tener el balón por tenerlo. Eso no tiene sentido. ¡Todo el mundo sabe la posesión que es buena, todo el mundo lo sabe y no es esa, no, no es esa! Todo el mundo sabe cuándo la posesión tiene un sentido".