Opinión

Orgullo, esperanza y aprendizaje

Flick consuela a Raphinha tras caer en Milán

Flick consuela a Raphinha tras caer en Milán / JAVI FERRÁNDIZ

Orgullo porque el Barça, tras una década de incomparecencia, ha vuelto a presentarse ante la Champions como lo que siempre fue: un equipo respetado, temido y con aires de favorito. Porque en el fútbol todos queremos ganar, pero eso no es lo único que vale. Importa cómo juegas, qué camino utilizas para acercarte al éxito e incluso cómo pierdes. Y en eso no hay dudas. Hansi Flick ha convertido el Barça en una máquina de atacar que ha enganchado a la gente, ha dado espéctaculo, ha remontado y ha minimizado rivales. La segunda parte de Milán es otra oda, en la que el Barça mereció el billete para el Allianz. En el global, nada que reprochar. El barcelonismo ha disfrutado y ha renovado ilusiones.

Esperanza porque el club tiene al nuevo genio de este deporte. Lamine Yamal, a sus 17 años, se ha consagrado ante el Inter como el mejor futbolista del mundo. Su eliminatoria - 20 regates y 31 duelos ganados - ha resultado estratosférica. Su liderazgo, junto a Pedri y toda esa generación de jóvenes imberbes de La Masia, es un rayo de luz que ha rescatado al club de la penumbra más miserable. La de San Siro no va a ser la única noche grande que vayan a afrontar.

Y autocrítica porque es obligada siempre. Máxime, cuando arranca un ciclo. Eso sí, sin demagogias baratas. Si Yamal mete el palo, hoy estaríamos cerrando hotel en Munich. Esto es así. Pero hay datos obvios: la plantilla es corta y falta todavía vuelo. El equipo fue mejor pero cedió en los detalles, siete goles de diez disparos, y en la portería, 14 paradas a 3 para Sommer. Con muy poco, le lastimaron mucho. Tras el 2-3 faltó quedarse el balón y guardarlo. El Barça sacará aprendizaje. El domingo, a desguazar al Madrid. Por cuarta vez. Eso sí es clave.