MotoGP no necesita chulos fuera de la pista

Valentino Rossi, en rueda de prensa

Valentino Rossi, en rueda de prensa / EFE

Josep Lluís Merlos

Josep Lluís Merlos

Si en algún lugar el deporte es algo directamente relacionado con el concepto del espectáculo este es, sin duda, Estados Unidos. Y, precisamente este país acoge este fin de semana una nueva manga del mundial de motociclismo.

Austin es una pista maravillosa que nos ha deparado hasta el momento carreras muy interesantes, que no necesitan de mayores aditivos más allá de lo que sucede en la pista.

El follón que hubo en Argentina entre Márquez y Rossi, y las posteriores declaraciones de ambos, han caldeado el ambiente para esta carrera más allá de lo que, deportivamente hablando, es estrictamente imprescindible.

Lo que sucedió en Rio Hondo fue lamentable, y las posteriores reacciones de ambos protagonistas indignas de su categoría profesional y de una aureola casi mítica.

Si alguien salió perjudicado de la anterior carrera, estos no fueron otros que Jack Miller –injustamente valorada su valentía al negarse a cambiar sus neumáticos por un reglamento ambiguo- y Dani Pedrosa, que tuvo que pasar por el quirófano para solventar la locura de la irresponsable embestida de Zarco.

Y, ni el uno ni el otro, han dicho ni mu después de lo que pasó. Un ejemplo a tener muy en cuenta, por el bien de la pureza del deporte en general.

Que Márquez se extralimitó con su fogosidad, y que Rossi estuvo desafortunado con sus posteriores reacciones, incluso cuando los ánimos ya se hubieron enfriado, es un hecho que debemos aceptar más allá de las filias y fobias por el uno o el otro.

El italiano es un maestro en el arte de la manipulación, por lo que sus comentarios a posteriori deben ser catalogados como una torticera voluntad de influenciar en los jueces (dirección de carrera) para que las actuaciones del de Cervera deban ser analizadas bajo la lupa en adelante. Una coacción.

Hace bien Marc en no dejarse amedrentar por unas bravatas que lo único que hacen es perjudicar la imagen de Yamaha, poco defendida por cierto por su máximo responsable, Lynn Jarvis, y el triste papel que desempeñó en la última carrera.

Difícil papeleta para Dorna, que se encuentra entre la espada y la pared. O, si quieren, entre dos de sus mejores baluartes.