Nueve victorias consecutivas para revalidar el título

Messi, a su llegada al campo de entrenamiento

Messi, a su llegada al campo de entrenamiento / AFP

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Como cada temporada, cuando comienza abril llega la hora de la verdad. Vienen dos meses en los que el Barça se lo juega todo. Lo hecho hasta ahora solo sirve para depender de sí mismo para conquistar los tres títulos en juego, pero poco más. Se inicia hoy un calendario diabólico donde está prohibido relajarse, una derrota te puede mandar al infierno. Tan importante es la actitud como la condición física. De ganar el triplete a no conseguir ningún título hay la misma distancia que de la gloria al fracaso. El equipo de Luis Enrique está a quince partidos de subir al cielo pero el camino es duro y complicado ya que están obligados a ganarlo casi todo.

El Tourmalet de la Liga comienza esta noche en Granada. Quedan nueve partidos y cinco serán en el Camp Nou. Tienen que ganar sí o sí al Sevilla, Málaga, Osasuna, Villarreal y Eibar. Fuera tienen un hueso duro de roer, el Bernabéu, y una visita envenenada, Cornellà. Necesitan la regularidad que no han tenido hasta ahora y hasta nos atrevemos a decir que si quieren repetir título la única garantía es sumar los 27 puntos que restan en juego, 9 victorias consecutivas.

Si preguntas a los jugadores el título que más ambicionan esta temporada, la respuesta es unánime: la Champions. Sobre todo, después de la inolvidable remontada ante el París SG aunque saben que aquel triunfo quedará en nada si no llegan a la final. Están a cuatro partidos de Cardiff y por delante tienen a la Juventus, que les tiene ganas después del baño que sufrieron en la final de Berlín. Messi, Neymar y Suárez necesitan reinar en Europa para confirmarse como el mejor triplete de la historia.

Y por último queda la Copa del Rey. No es un título menor pero evidentemente es el tercero de la lista. Es el que tienen más fácil, están en la final y les espera el Alavés. Otra cosa que no sea levantar la Copa sería una gran decepción.

Un informe de la propia FIFA confirma la corrupción

El escándalo de corrupción de la FIFA descubierto el 2015 continúa su camino. Blatter y otros muchos directivos no pueden dormir tranquilos. La justicia es lenta pero cuando se pone en marcha es imparable. La investigación realizada por la FIFA de Infantino ha terminado esta semana con la entrega de un informe de 1.300 páginas a la Fiscalía General de Suiza y al Departamento de Justicia de Estados Unidos. El trabajo realizado en profundidad ha durado 22 meses, se han analizado 2,5 millones de documentos y se han aportado 20.000 pruebas documentales. La primera conclusión es contundente: existió corrupción al por mayor y la justicia perseguirá a los sinvergüenzas que se lucraron de un dinero que no era suyo. 

La FIFA ha anunciado que dará a conocer su informe tan pronto la Fiscalía suiza y el Departamento de Justicia de Estados Unidos terminen sus propias investigaciones. Es un caso de corrupción mundial a gran escala con ramificaciones en Federaciones y Confederaciones Internacionales, como la Conmebol sudamericana. Después del verano habrá juicio y existe amenaza de cárcel para los presuntos corruptos. En Estados Unidos el escándalo lo destapó la Fiscal General Loretta Lynch y ahora pasa a la administración Trump. El caso dará mucho que hablar, la justicia suiza y americana quieren llegar hasta el final. Datos y pruebas no les faltan.

Visionario fichando, un crack traspasando

No deja de ser curioso que el mejor director deportivo del fútbol español (Monchi) –el beneficio deportivo y económico generado para el Sevilla así lo confirma– no tenga futuro en España y tenga que emigrar al extranjero. A pesar de que su hoja de servicios es espectacular, ningún club grande ha movido un dedo para ficharle. El técnico que mejor ha trabajado el mercado, un visionario fichando y un crack traspasando, continuará en la Roma su brillante carrera. Tiene mérito. Fue un futbolista del montón y es ahora un técnico cotizado. El legado que ha dejado en Sevilla es espectacular aunque a la directiva actual le cueste reconocerlo. Es uno de los contados casos donde la mano del director deportivo es tan importante o más que la del entrenador.