La nueva heráldica del Barça

El Barça presentó ayer por sorpresa un nuevo escudo, dieciséis años después de la última renovación del 2002. Como el anuncio llega escasas horas después de la dolorosa debacle en Leganés, en el mundo infinito de las teorías de la conspiración hay quien lo veía como una cortina de humo para tapar una derrota. Pero lo cierto es que el anuncio estaba preparado desde hace semanas, y que en cierta forma el club ha tenido la mala suerte de que el tropiezo del miércoles empañara una de las noticias institucionales de la temporada. Porque la presentación de un escudo no es ninguna anécdota: representa la seña de identidad global de una entidad que, tal como se anunció ayer, va a tener un presupuesto de casi 1.000 millones, que se consiguen básicamente por la relación emocional que tiene individualmente cada uno de sus cientos de millones de seguidores con el club.

El proyecto del nuevo escudo ha sido realizado con mucho mimo por un equipo conjunto entre la empresa Summa y el departamento de marca del Barça dirigido por Guillem Graell, que han logrado actualizar la insignia y modernizarla para las aplicaciones tecnológicas del siglo XXI, sin renunciar a sus señas clásicas de identidad. Lo relevante es que cada cambio (vaciado de negro, pasar de 5 a 7 colores, quitar las letras, aumentar el tamaño de la pelota y el peso de las franjas azules y granas) tiene un por qué y un sentido.

Podrá gustar más o menos, pero nadie podrá decir que se ha improvisado: detrás hay un trabajo intenso de casi dos años en los que además se ha conseguido desarrollar todo el proceso sin filtraciones y con la tranquilidad necesaria. Como explicaba el gran medievalista Martín de Riquer, estudiador de la heráldica, la idea de plasmar un símbolo sobre un escudo de armas, nació hace casi mil años por la necesidad de identificarse en el campo de batalla. La nueva actualización que presentó ayer el Barça está hecha para hacerle más competitivo en este nuevo tablero global en el que se juega la gran partida del fútbol moderno.