Lo normal

Carme Barceló

Carme Barceló

Mi hijo aprendió a leer, a escribir, a sumar y a restar rodeado de negros, mulatos, indios, chinos, japoneses y sudamericanos. Varios años después puedo confirmar que esta convivencia le enseñó a multiplicar (mucho) y a dividir (bastante menos).

Desde pequeño, vivió con absoluta normalidad que una madre y un padre ‘blancos’ tuvieran una hija oriental o que era imposible alisarle el pelo al compañero de pupitre para la función escolar. Por no hablar del mes de carnaval o las fiestas navideñas, en las que se transgredían todos los códigos y siempre para bien. ¿Qué más da que la Virgen María sea ecuatoriana o la protagonista de ‘Dirty Dancing’ india? El y sus colegas de curso ni se lo cuestionaban. Para ellos era normal. NORMAL, con mayúsculas.

Con el tiempo, y gracias al equipo de bàsquet, cruzamos la frontera del colegio para adentrarnos en el mundo de las ligas escolares. Ahí empezaron a intuir que las diferencias servían a algunos para fomentar el ataque más indiscriminado. Recuerdo con mucha tristeza uno de los primeros partidos en los que uno de los padres del equipo rival insultó gravemente al árbitro por no sancionar “a ese negro de mierda”, se encaró con otro progenitor y tuvimos que sacarlo del recinto para evitar males mayores. Su hijo, de apenas doce años, no pudo seguir jugando. Lloraba sentado en el banquillo, muerto de vergüenza. Al finalizar el partido (perdimos), algunos de nuestros niños le fueron a consolar sin saber muy bien lo que sucedía. En el coche, les expliqué qué había pasado. “Con lo malos que somos todos”, me respondió uno. TODOS. Sin diferencias. Porque todos hicieron las mismas faltas para disimular sus carencias y su impotencia. Seguían sin comprender lo que era un ataque racista. Con el tiempo, y por desgracia, supieron lo que era, quiénes respiraban odio y por qué. Hasta hoy.

A Vinicius le han llamado ‘mono’. A Roberto Carlos, ‘macaco’. Eto’o se quiso marchar del campo. ‘Shakira es de todos’ fue la impresentable pancarta que se vio en Cornellá. A Alves le lanzaron un plátano. A Guardiola, a Guti y a Míchel les gritaban ‘maricones’ en casi todos los campos. A muchas jugadoras de fútbol, sin ir vestidas de corto, las señalan como ‘bolleras’ o ‘tortilleras’. A Xavi le dicen que es un ‘hijo de puta’ y a Ancelotti, también. A una árbitra la mandan ‘a fregar’ y la amenazan con agredirla. El racismo, la homofobia, el machismo y el insulto se han normalizado en entornos deportivos. Son minorías, sí, pero hay que neutralizarlas de forma contundente o corremos el riesgo de que alguna de las víctimas, como es el caso de Vinicius, se pasen de frenada señalando a todo un país.

El tuit más viral de Òscar Camps

El último tuit Òscar Camps, líder de Open Arms, ha sido uno de los más virales tras el ‘affaire Vinicius’.

El activista, al que apoyan deportistas como Xavi, Guardiola, Jordi Villacampa o Marc Gasol, escribió: “Que el racismo sólo nos escandalice cuando afecta a ricos y famosos pero jamás con los pobres, nos define como sociedad. No nacemos odiando por el color de la piel. Igual que aprendemos a odiar, deberíamos enseñar a respetar”.