Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Opinión

Nico Williams y Tainta, los lobos de Wall Street navarros

Nico Williams, en una imagen en el banquillo del Athletic Club

Nico Williams, en una imagen en el banquillo del Athletic Club / EFE

El culebrón del verano ha llegado a su fin. Hasta hace apenas unas horas todo hacía indicar que Nico Williams acabaría jugando en el Barça, pero finalmente –una vez más– no va a ser así. Entiendo que el enfado sea general, que unos piensen que la prensa ha jugado con los sentimientos de los hinchas, pero nada más lejos de la realidad, las informaciones que se han ido dando han sido, todas y cada una de ellas, verídicas.

Que me desmienta alguien si puede hacerlo cuando digo que dentro del club veían la operación casi cerrada y que las negociaciones iban viento en popa, que gente cercana a Nico aseguraba que la operación iba a culminarse en las próximas horas, máximo días. Hasta el entorno de su gran amigo Lamine, decían lo mismo en privado. Pero de repente, el pasado viernes cuando la gente esperaba con ansiedad otro final, saltó la noticia: Nico Williams renueva con el Athletic hasta el 2035 con una subida de cláusula y, lo más importante, una mejora económica en el contrato.

LA JUGARRETA

Así pues, la jugada del representante y su cliente, ha sido brillante. Sin importar las amenazas y presiones de sus propios seguidores, sin pensar en el éxito deportivo, en poder formar parte de un proyecto más ambicioso, los dos se han centrado en lo que realmente mueve el mundo: el dinero. Me los imagino en algún bonito y lujos restaurante de Marbella, imitando la famosa escena de “El lobo de Wall Street” en la que Matthew McConaughey (Tainta) le cuenta a Leonardo Di Caprio (Nico) cuál es el método para hacer pasta gansa. Y llegados a la conclusión de cómo tomarle el pelo a su propio club y al Barça, celebrarlo dándose golpes en el pecho y tarareando la ya famosa canción de esa escena.

Nico Williams, en una imagen de la pasada temporada

Nico Williams, en una imagen de la pasada temporada / EFE

Al final esto es una profesión como cualquier otra, este es un gran negocio donde unos tratan de sacar tajada como sea; y mientras Tainta derrochará este verano a lo grande tras haberse llevado una buena mordida del codiciado pastel, Nico se quedará en su casa rodeado de leones que, hace unos días rugían con insultos y borrándole de murales, sabedor de que deberá venderlo como un gesto de amor, pero que en realidad, ese gesto romántico ha sido un gesto a medias.

Si tanto amor hay nunca hubiese ido personalmente a buscar al presidente de otro equipo diciéndole que quiere jugar ahí porque piensa que el proyecto deportivo es mucho más interesante y que, formar parte de ese club, es un paso gigantesco para su carrera. Y no le faltaba razón. Quedarse en casa tiene cosas positivas, pero obviamente, en caso de haber fichado por el Barça, al menos hubiera ido a un equipo para ganar títulos. Pero como nos enseñó la historia de Jordan Belfort y nos enseña ahora el bueno de Félix Tainta, aquí no importa ni lo romántico, ni los trofeos, lo importante es saber negociar y no tener remordimientos al tomar el pelo a los tuyos, para así acabar ganando dinero. Lección aprendida.