LA ÚLTIMA

Neymar, de los Juegos al Barça

Joan Maria Batlle

Vivimos tiempos difíciles, una crisis económica brutal y, como consecuencia de ello, una inquietante evolución (o involución) hacia quién sabe qué. El deporte es uno de los pocos valores seguros que le quedan a nuestra sociedad. No es de extrañar que mientras crece el desapego hacia la clase política, el deporte se fortalezca como lugar común de los sueños, los esfuerzos y las pasiones de los individuos. Ayer mismo empezaron los Juegos Olímpicos de Londres y el mundo enteró fijó sus ojos en la capital del Reino Unido. El olimpismo es el movimiento más aglutinador de los valores del deporte. En los Juegos, el deportista es el único y gran protagonista. Su espíritu de superación, su capacidad de sacrificio, su fe en el triunfo, su ilusión por el récord... todas las sanas pasiones del hombre y la honestidad del deportista han sobresalido en la historia del olimpismo. El hombre y el héroe, el atleta y el mito... y en el fondo de todo, los sueños. los SUEÑOS, en mayúscula, de todos los hombres de bien que solo aspiran a vivir en un mundo mejor, un mundo que premie la honestidad, el esfuerzo, la superación, la fe y la ilusión... los valores del deporte y del olimpismo.

La ceremonia de Londres 2012 estuvo llena de magia e ilusión. En eso se inspiró en nuestros maravillosos Juegos del 92, los que para nosotros serán siempre los mejores Juegos de la Historia, por muchas razones sentimentales, y además, porque lo fueron. Los Juegos de color, luz y música, los guiños a los grandes héroes, el homenaje a las raíces y a la historia... todo esto lo inventó la ceremonia inaugural de Barcelona 92. Inglaterra hizo llegar a su Reina en paracaídas junto a James Bond y nosotros encendimos el pebetero con un arco y una flecha. Sueños...

Los sueños son importantes en tiempos de crisis. La gente quiere evadirse, olvidarse de las penas y en el deporte encuentra lo que le falta en su hábitat diario. Son tiempos en los que la fantasía prima sobre el músculo. Estamos de suerte, ahora el mejor futbolista del mundo, Leo Messi, tiene magia y juega la Liga española... y en el Barça, en este Barça que enamora porque se limita a jugar al fútbol mejor que nadie. Y Messi no está solo, tiene a otros compañeros con mucha magia, a Xavi, Iniesta, Piqué... Magia y talento van unidos, una cosa no funcionaría sin la otra. En realidad, primero es el talento y después la magia que emana cada deportista. Magia olímpica, la del deporte en estado puro, humildad y esfuerzo, los valores del Barça.

Pues bien, el Barça se ha fijado en otro deportista único, el mago que viene, ese Neymar que salvó a Brasil de su primer batacazo olímpico antes incluso que empezaran oficialmente los Juegos. Neymar tiene esa magia que le hace brillar más que ninguna otra estrella. Magia en los pies, ilusión en los ojos. Pronto jugará en el Barça y junto a Messi. Así lo ha elegido él, se ha dado cuenta que el Camp Nou es el escenario donde se cumplen los sueños en el fútbol. Pudo ir a otros equipos, pero escuchó la llamada de su destino blaugrana. Mientras, hace su camino. Los Juegos Olímpicos son su actual sueño. Será protagonista. Y cuando lo cumpla, le espera el Barça.