Música de viento en el Bernabéu
Música de viento. Superado el envite de Huesca con fortuna, el Madrid debía ganar y gustar. En cambio, desagradó y perdió. Solari apostó por Isco, Asensio y Vinicius. Y de postre, sentenció a Keylor, suplente en la competición en la que fue titular y campeón tres cursos seguidos. El Madrid, que arrancó como un caballo andaluz, sufrió parada de burro manchego cuando encajó el primer gol ruso. Y después de eso, se hizo añicos. Plano, roto, apático y desorganizado, el Madrid firmó un partido digno de la cámara de los horrores. Benzema fue cambiado al descanso, Isco fue abroncado, Bale se pasó el partido cojeando y el Madrid abrazó la impotencia. El Bernabéu, que registró una pobre entrada, acabó “premiando” el esfuerzo de los suyos con una pitada descomunal.
Racha rota. Hacía 27 partidos que el Real Madrid no caía en su estadio en fase de grupos. Una racha pulverizada, contra todo pronóstico, por Chalov, Vlasic y Schennikov. Increíble, pero cierto. Ni en sus mejores sueños, los rusos, que no irán ni a la Europa League, habrían soñado con ganarle al tricampeón de Champions los dos partidos del grupo, en Moscú y en Madrid. Paradojas de la vida, lo que parecía imposible fue imposible. En honor a la verdad, no fue mérito exclusivo de los moscovitas. Los jugadores del Madrid fueron flanes humanos.
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