Motivos para no renovar a Dembélé

Ousmane Dembélé, ante el Sevilla

Ousmane Dembélé, ante el Sevilla / JAVI FERRANDIZ

Javier Giraldo

Javier Giraldo

En los últimos meses, el Barça se impuso como prioridad renovar el contrato de Ousmane Dembélé. En teoría, por motivos puramente deportivos, pero no hacía falta ser demasiado listo para concluir que se trataba de una intención puramente contable: se trataba de intentar obtener algo por un jugador que acaba contrato en junio de 2022. 

Hasta ahí, todo bastante comprensible, pero extraña sobremanera que no se hayan tenido en cuenta otros motivos; los motivos por lo que el Barça tendría que cerrar la ‘carpeta Dembélé’, asumir que su fichaje fue un error y preparar el futuro sin él:

-Es obvio que su rendimiento nunca ha sido el esperado. Nunca fue –y me temo que nunca será- un jugador de 150 millones de euros. Más allá de apariciones puntuales y de golazos muy aplaudidos (casi nunca en finales, excepción hecha de la Supercopa de España 2018), le ha faltado presencia, continuidad y condición de líder. 

-Siempre ha hecho la guerra por su cuenta: dentro y fuera del campo, Dembélé es el vivo ejemplo de individualista radical. Es un jugador de apariciones fulgurantes, con un talento innegable, rápido y con desborde, pero nunca ha asimilado el concepto ‘equipo’. Y eso, en Can Barça, más que en ningún otro equipo, es un pecado. Otros equipos pueden permitirse solistas caóticos, pero el Barça, por su manera de entender el juego, no. 

-Aunque tiene un puñado de fieles a los que podríamos llamar ‘dembelievers’, nunca ha conectado especialmente con la afición ni con la ciudad. ¿Alguien ha escuchado la voz de Dembélé en los últimos tres o cuatro años? ¿Alguna entrevista, aunque sea con los medios oficiales del club? ¿Alguna rueda de prensa, alguna aparición pública luciendo los colores del Barça? ¿Cuál ha sido la implicación real de Dembélé en el Barça? El club ha tenido desde 2017 un jugador de 150 millones de euros al que no ha podido capitalizar para nada en términos de publicidad o marketing.  

-Sería injusto culparle por las innumerables lesiones que ha tenido, pero lo cierto es que le han lastrado más de lo deseable. Es probable –pero no demostrable- que algunas de esas lesiones fuesen evitables, con un estilo de vida más acorde a lo que se exige a un profesional del fútbol. Sus rutinas diarias (alimentación, descanso, retrasos) nunca fueron las más adecuadas para un jugador de primer nivel. 

-Ningún entrenador ha logrado sacar su máximo rendimiento. Ni Valverde ni Setién ni Koeman ni Xavi. Cuando eso sucede con otros jugadores (Riqui Puig, por ejemplo) es fácil culpar al jugador. En el caso de Dembélé, parece que siempre está a punto de explotar, siempre está a punto de vivir su gran temporada, de dejar atrás todo lo que le impide ser un ‘crack’ mundial. Y nunca llega

-Con una cierta condescendencia, una parte del barcelonismo ha protegido a Dembélé y le ha tratado como si fuese un jugador de primer nivel mundial. Pero lo cierto es que nunca lo ha sido: desde que llegó al Barça, nunca ha aparecido entre los diez primeros del Balón de Oro o del FIFA World Player. Tampoco es indiscutible con su selección: ganó el Mundial de 2018, pero desde que firmó por el Barça –verano de 2017- solo ha disputado un partido completo con Francia.

-La llegada de Ferran Torres permite al Barça contar con un jugador de banda, con capacidad goleadora y desborde. Es un jugador más joven, más centrado y que se adaptará sin problemas al vestuario y a la ciudad. Deportivamente, la posición está cubierta.