La doble moral en el adiós de Piqué

La emoción de Piqué

La emoción de Piqué / JAVI FERRÁNDIZ

David Bernabeu

David Bernabeu

Hasta el último instante, aparcó la monotonía. Cultivó el espectáculo y la originalidad que han marcado su carrera. Espectacular fue el video - el suyo, no el del club - y original fue hacerlo cómo y cuando nadie lo sospechó: un jueves a media tarde, a seis jornadas de la primera vuelta y anunciando, mirando al palco, que... volverá. Hoy, Gerard Piqué vivirá en Pamplona su epílogo como futbolista profesional. Es el penúltimo mohicano.

El último, Busquets, se irá en junio, cerrando el mayor ciclo de la historia en un deporte colectivo de élite. 37 títulos tiene Leo Messi, de los cuales Piqué ganó 30. Iniesta (35), Busi (30) y Xavi (25) completan el ‘top five’. No habrá nada igual.

Tras la retirada del central, hemos asistido a un máster casi al minuto de los motivos de su adiós. Todas las tesis son defendibles y debatibles. Todas, menos la doble moral.

Cuando Laporta, más por obligación que por convicción, firmó a Xavi Hernández me harté de escuchar que era un error, porque no iba a sentar a las vacas sagradas. “Jugó y ganó con ellos, cómo se va a atrever a relegarlos”, clamaban. Llegó y les sentó, pero resulta que el culpable es Xavi por dejarse utilizar por el presidente y, por supuesto, el propio Laporta por empujar a Piqué hacia la puerta.

Es decir, por llegar a la conclusión de que el Barça no podía asumir su contrato - tampoco los de Busi y Alba - si el objetivo era acometer la regeneración. Exactamente lo que Florentino hizo con Cristiano y Ramos, gestión aplaudida a rabiar por quienes ahora señalan a Laporta por lo mismo obviando, otra vez, la verdad.

Que la génesis de este despropósito se sitúa en los 4 directores deportivos en 5 años, en dilapidar 700 millones en tres futbolistas que no le ganaron a nadie y haber extendido largos cheques a jugadores treintañeros cuyo rendimiento descendía. Eso sucedió y hubo gente que miró para otro lado, indultó a Bartomeu y cargó contra el vestuario. Ahora, con el agua en casa, miran al banquillo y al palco. Te tienes que reír. Por no llorar.