El modelo Barça y la nostalgia

No es bueno comparar estilos de juego por mucho que lanostalgia nos lleve a tiempos pasados. Todo tiene sumomento y el que estamos viviendo es del todo excepcional

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piqué amarilla / sport

Jordi Cruyff

Jordi Cruyff

Aquella final del Mundial entre España y Holanda de la que todo el mundo ha hablado el pasado fin de semana en su décimo aniversario me cogió con el corazón dividido por mi vínculo a ambos países. De entrada, deseaba con todas mis fuerzas que la Naranja Mecánica saldara su deuda histórica con la ansiada copa, pero también quería que La Roja se llevara un merecido reconocimiento a un estilo que había enamorado a todo el planeta. Un modelo de juego que supuso un sorprendente intercambio de papeles entre ambas naciones y que me dejó aún más confundido.

Mucha gente sigue recurriendo a la memoria aquel Barça de Pep Guardiola que formó parte de la columna vertebral de la Selección española para compararlo con el momento actual del conjunto culé. Por supuesto que supuso un antes y un después en la historia del fútbol español. Pero no siempre es bueno caer en ejercicios de nostalgia a la hora de analizar o contrastar modelos de juego. Y menos ahora que estamos viviendo una recta final de liga marcada por un momento excepcional.

Todos los entrenadores tienen dos o tres sistemas de juego para buscar fórmulas que hagan daño a sus rivales. No me parece una discusión tan trascendente que Quique Setién optara por tres centrales con Piqué, Lenglet y Sergi Roberto. Mi padre también llegó a emplear dos marcadores como el Chapi Ferrer y Sergi Barjuan y Ronald Koeman de líbero si el rival jugaba con dos puntas. Al Barça le cuestan los partidos ante oponentes que se cierran, y con esos tres defensas y dos carrileros con llegada buscaría ocupar espacios ante el Valladolid. Así llegó el gol de Arturo Vidal. El Barça estuvo espeso y de nuevo le costó rematar un partido con 0-1 de ventaja en el marcador.

No hacer un segundo tanto siempre dará opciones a los rivales, aunque sea de córner o con balones altos. Las energías están al límite. Y el hecho de que un partido no esté decidido tampoco permite dar un respiro a Leo Messi, que volvió a demostrar por qué es un jugador fundamental y un lujo para el Barça con su récord de 20 asistencias esta campaña. La victoria contra el Villarreal supuso un subidón y un hilo de fe al que aferrarse con Liga y Champions en juego. Los cruces ante el Espanyol y el Valladolid devolvieron al Barça a su ‘nueva normalidad’. Pero no debemos olvidar que esta realidad es la misma para todos.

El Madrid tiene partidos incómodos por delante contra el Granada y el Villarreal. Mantener vivo el objetivo de La Liga permitirá tener buenas sensaciones de cara a la Champions. No conviene bajar el listón en esta semana que resta de campeonato. Ni caer en la trampa del juicio semanal al que se ve sometido el Barça en los últimos tiempos. En esta liga enrarecida, lo más importante es ir ganando partidos sin elevadas exigencias. Toca remar juntos y dejar balances para el final de temporada.