Mientras Messi ilumina el fútbol, Zidane se pasa al lado oscuro

Messi celebró otro tanto de falta

Messi celebró otro tanto de falta / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

Indiferente al ruido ensordecedor de las chilenas y los pasillos, Messi sigue imponiendo su ley. Hay algo mucho más tozudo que cualquier campaña mediática, que es la fuerza de los hechos: el ‘10’ blaugrana avanza como una apisonadora hacia su novena Liga, y lo hace, como ayer, con otro hat-trick decisivo. Ayer añadió un hito más en su interminable palmarés, con la séptima falta directa una temporada, superando el récord de Ronaldinho. A la estela de Messi, el Barça jugó una gran primera parte, en la que brillaron Dembélé, Coutinho y Semedo, los fichajes de esta temporada, pero en la segunda se regaló una siesta tan descarada que a punto estuvo de provocar el empate del Leganés: da la sensación de que en algunos momentos el equipo confunde la dosificación con la apatía y por eso no es de extrañar el enfado que mostraba Valverde en la banda, que se vio obligado a hacer entrar Jordi Alba e Iniesta, un síntoma de que algo no rodaba fino.

Valverde deberá explicar a algunos jugadores que el único que tiene derecho a dosificarse es Messi, porque básicamente es el único que sabe hacerlo. Ayer se vio a varios jugadores bajar los brazos en la segunda mitad, y el equipo a punto estuvo de sufrir un disgusto. Pero ni siquiera este contratiempo puede empañar el récord brutal que ayer igualó el Barça con 38 partidos imbatido, y va camino de conseguir la increíble hazaña de jugar una Liga entera sin perder un partido.

El paseo del equipo de Valverde por el torneo doméstico es quizás la explicación de las sorprendentes declaraciones de ayer de Zidane en las que dijo, sin que viniera al caso, que el Madrid no le hará el pasillo a los blaugrana y que asumía esta decisión personalmente.

Zidane se ampara en el hecho de que el Barça no le hizo el pasillo cuando ganaron el Mundialito y, a pesar de que el Barça se equivocó no haciéndolo, equipara dos gestos que no pueden compararse: el Mundialito es un torneo distinto, y la tradición sugiere, por deportividad, felicitar al campeón en los partidos de la propia competición. Si Zidane, un entrenador hasta ahora siempre elegante y respetuoso, se enfanga con un gesto tan antideportivo quizás sea porque el paseo del Barça en la Liga está costando demasiado de digerir y le conviene lanzar una cortina de humo. Cuesta creer que la decisión de no hacer el pasillo sea suya, cuando se trata de un gesto institucional, que no está en el ámbito del entrenador. Mientras Messi ilumina el fútbol, Zidane se pasa de momento al lado oscuro.