Mientras hay silencio, hay esperanza

Leo Messi medita seguir en el Barça

Leo Messi medita seguir en el Barça / EFE

Ernest Folch

Ernest Folch

El socavón institucional, emocional y deportivo que ha abierto el todavía presunto adiós de Messi se distingue de todas las crisis precedentes en el Barça por un hecho singular: ningún protagonista, absolutamente ninguno, ha hablado ni opinado ni tuiteado sobre el conflicto en cuestión. Ni siquiera un miserable emoticono. Solo a <strong>Jorge Messi</strong>, pillado a contrapié en el aeropuerto, le robaron unas palabras bajando del avión, cuando dijo que veía “difícil” que Messi continuara en el Barça. (“Difícil”, que por cierto, es algo muy diferente a “imposible”). Excepto este adjetivo, no se sabe de ninguna otra palabra emitida por ninguno de los actores principales ni secundarios de esta inquietante función. Nada sabemos directamente de Leo Messi, nada sabemos de Bartomeu ni de ningún directivo.

Se filtra todo, pero no se entrecomilla nada. No me dirán que no es hasta curioso que el mejor jugador de la historia decida dejar el club de su vida, en el que ha estado dos décadas, y ni él ni el presidente hayan pronunciado ni una sola palabra diez días después del burofax. Como es, no curioso sino directamente inédito, que no digan nada los jugadores que tantas veces hablan libremente sobre lo que les da la gana. No, aquí no habla ni el utillero.

Pues bien: esto tan extraño y surrealista es sin embargo la mejor noticia de esta monumental crisis. Y es que el silencio es justamente la única vía de salida que tienen los protagonistas para recular e intentar reconducir la situación, especialmente Messi si finalmente decide quedarse. Deshacer palabras es a menudo mucho más difícil que deshacer actos, y por supuesto mucho más complicado que retirar un burofax. De ahí que nadie hable, porque nadie quiere arrepentirse mañana de lo que pueda haber dicho hoy.

El día que empecemos a leer comunicados, ver entrevistas, y a escuchar réplicas y contrarréplicas, es que ya, entonces sí, todo será irreversible y este cuento habrá terminado. Mientras tanto, el atronador silencio de Messi y Bartomeu, sumado al de todo el Barça en fila india, es la última luz al final del túnel para intentar encontrar una salida al conflicto y minimizar sus daños. Quizás no todo esté perdido.