Messi se tiene que ir... pero Umtiti se queda

La irónica respuesta de Umtiti

La irónica respuesta de Umtiti / Google

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Umtiti se queda y a Messi le echan. Dicho (escrito) así suena muy fuerte. Pero es la triste y dolorosa realidad del Barça. Es el paradigma de la incoherencia de un club inmerso en una crisis de difícil solución. La entidad blaugrana no puede desprenderse del central francés (al que se había amenazado, incluso, con el despido) porque tiene contrato en vigor y se niega a aceptar ninguna de las ofertas de cesión (pocas, también es cierto) que ha recibido. Umtiti se ha enrocado sabiendo como sabe, porque lo ha escuchado de boca del propio Koeman hace solo cinco días, que el entrenador no cuenta para nada con él: “Sobran jugadores. Tiene complicado tener minutos. Su situación es complicada”.

La indignación entre los culés es muy grande. Y de nada sirve intentar blanquear el egoísmo de Umtiti disfrazándolo de afán de superación. Es verdad que lleva tres años arrastrando las secuelas de una lesión mal curada, pero el Barça no tiene por qué pagar eternamente su decisión de no operarse para poder jugar el Mundial de 2018 (que, por cierto, ganó con Francia). La decadencia física y futbolística del central galo le está saliendo muy cara al club blaugrana. Y Laporta, que anunció una revolución por el fin de ciclo tras perder incomprensiblemente la última Liga, tiene que tragarse a Umtiti. Y a Coutinho. Y a Braithwaite. Y a Dembélé. Y a Griezmann. Y a las ‘vacas sagradas’ del vestuario… Y si mucho se descuida también a Pjanic. 

Al final, el único que se ha ido es Messi porque era el más fácil de echar: su contrato había expirado el 30 de junio. Algunos dirán que la responsabilidad es del propio Messi por no haber renovado con Bartomeu (aprovechando que el ex presidente renovaba a todo el mundo), pero la realidad es la que es: el Barça ha perdido al mejor jugador del planeta y de la historia (que ha ido a reforzar al PSG, un rival directo en la Champions) y se ha tenido que quedar con muchos futbolistas que ni quiere ni necesita. La culpa, por supuesto, es de la nefasta herencia recibida. De la deuda gigantesca. De las pérdidas. Pero queda una pregunta en el aire: ¿De verdad no se podía haber hecho mejor? La respuesta da miedo…