Messi: sofá, manta y galones

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Carme Barceló

Carme Barceló

Ter Stegen, Dest, Mingueza, Lenglet, Junior;  Aleñá, Pjanic; Pedri, Trincao, Coutinho y Braithwaite. Vaya por delante que escribo este artículo sin conocer el resultado final de un partido que, a diferencia de otros clubs blancos que afrontan hoy el suyo con el agua al cuello, ha permitido que su entrenador dé descanso a su líder y a otro de los jugadores como De Jong con peso específico en el equipo.

Visualizo a Messi en ese enorme sofá de terciopelo que a veces nos ha mostrado en las redes sociales, con Hulk y Abú a sus pies, y las icónicas chancletas que pasaron a la historia tras la entrevista del “me quedo”. El frío ambiental, directamente proporcional al institucional y social que vive el club, no lo debió sentir Leo anoche. Me consta y sé que el capitán estuvo pendiente de esos detalles que al resto de los mortales futboleros se nos escapan y de esa alineación sin un Griezmann doliente e incomprendido por la humanidad. Desconozco si a esas horas tardías toma mate, pero seguro que sintió la tensión propia de un tipo que, por encima de casi todo, tiene el fútbol como alimento, vitamina, droga sana y motivo de vida. Vive sin vivir en él, tratando de encajar un verano sin pretemporada física y con una sobredosis de emociones que no sé hasta qué punto sabe -y puede- sobrellevar.

Desde Manchester, igual te cuentan que no pueden asumir el coste de Messi en el City como que le plantean un contrato de diez años en el que solo falta un ‘addendum’ por si aumenta la familia canina. Yo solo pienso en ese Leo tumbado en la ‘chaise longue’, agradeciendo el descanso y pensando en ese día más en la oficina que le espera esta mañana, con o sin gritos en la entrada de la Ciutat Esportiva pidiéndole que espabile. A él, en el que se han apoyado los veintitantos de la plantilla cuando pintaban bastos. A él, al que han utilizado y utilizan como baza electoral. A él, que cree que tiene patente de corso para hacer y deshacer, porque se lo ha ganado. A él, del que hablan y no callan sin saber. A él, que es ÉL con mayúsculas. La única rotación imposible es la que no incluya a Messi en la historia del Barça. Tumbado en el sofá o vestido de corto.