Messi, orgullo de Barcelona

Leo Messi nos recibe con una sonrisa franca, la cara relajada, una actitud abierta y jovial. Desde el primer minuto todo fluye, nos reímos de todo un poco, quizás es su forma de decirnos que está a gusto, que se siente cómodo. Estamos un buen rato, mucho más del previsto, e igual que sucede en el campo, da la sensación de que el tiempo se lo ha quedado él, de que él maneja los segundos en su propia dimensión. Y hay algo sorprendente, por inhabitual, desde la primera pregunta. Leo escucha muy atentamente, la mirada fija y concentrada, y responde exactamente lo que se le pregunta. Es decir, escucha, procesa, piensa. En ningún caso contesta algo que ya tenía pensado sino lo que se le había preguntado, con una naturalidad aplastante. En realidad todo discurre como su fútbol, de manera sencilla e inteligente, no falta nada, no sobra nada.

En la entrevista que concede a SPORT, hay un momento importante en el que, preguntado por si alguna vez lo ha pasado mal en el Barça, recuerda algunos malos momentos y habla, por primera vez, de lo que sufrió con la multa de Hacienda, que atribuye a una campaña malintencionada desde Madrid. Y lo dice con absoluta claridad: “Había la orden de atacarme desde Madrid y aprovechar el momento de debilidad”. Es una declaración contundente, y la primera que hace sobre lo que él mismo llama “el lío de Hacienda”, muchos años después. Sin embargo, lo más relevante es lo que confiesa a continuación: “Entonces tuve el respaldo de Barcelona, de Catalunya, del periodismo de aquí”. Es decir, Leo es agradecido y no olvida quién lo atacó pero tampoco quién lo respaldó. Quizás por ello no es casualidad que en la misma entrevista confiese, por ejemplo, que le gusta el pan com tomate, que sus hijos hablan catalán, y que “en los primeros tres o cuatro años en Barcelona fui un turista más”.

Por primera vez desde que llegó, Messi explica a SPORT la relación especial que tiene con Barcelona, el lugar donde ha vivido más años en su vida. Que Messi hable con orgullo de Barcelona es a la vez un orgullo para la ciudad. Barcelona es una ciudad inagotable, pero de vez en cuando está bien que digamos en voz alta que es también la ciudad de Messi, donde él se siente querido y respetado. Para los que utilizan ese nombre para insultar. Sobre todo en el fútbol.