Messi nunca había tenido peores socios

Messi y Koeman, en una imagen del partido

Las cosas no le están saliendo bien ni a Koeman en el banquillo ni a Messi en el campo / EFE

Albert Masnou

Es normal que estemos ante el Messi más gris desde que debutó en el Barça.  Nunca lo vimos así y esta temporada nos planteamos si está en su decadencia. Es evidente que la edad es un hándicap pero Leo tiene la misma que Benzema o Lewandoswki y menos Suárez o que Cristiano, por citar algunos. El problema de Leo no es Messi. Es de quienes le rodean. Y esta mediocridad le acaba afectando en el juego y en sus acciones ya sea en los penaltis o en faltas que ya no van ni entre los tres palos.

Uno sufre al verle desesperarse tras una carrera de 40 metros y que Braithwaite acabe  perdiendo la pelota en el contragolpe o que Trincao le pase el balón cuando tiene a tres defensas encima.  Messi levanta las manos quejándose. A Griezmann y a Coutinho ya debe darlos por perdidos. Solo mira al suelo y calla con sus acciones previsibles. Con las lesiones de Fati y Dembélé, Messi nunca había tenido peores socios que ahora.  Se ha quedado más solo que nunca. Messi les echa de menos.

Koeman tampoco tiene grandes alternativas en el banquillo. Solo Konrad, un extremo puro, podría aportar algo diferente a unos atacantes donde ‘Grismann’ y Coutinho parecen dos cromos repetidos. Contemplar la posibilidad de dar entrada al estadounidense es algo que debería analizar Koeman porque ya ha quedado demostrado que con los actuales socios de Messi no se va a ningún sitio.

A la falta de complementariedad en ataque, falta coordinación. Y esto corresponde de lleno al entrenador. No es normal que Messi acabe combinando con Minguezaen la frontal del área, una muestra de la falta de orientación en la que se encuentra el equipo. Koeman, allí sí, tendría algo que decir. Como en esos cambios que acaban rompiendo al equipo partido tras partido.