Messi, Mbappé y Ousmane Dembelé

Messi Mbappé

Messi y Mbappé disputando un balón / VALENTI ENRICH

David Bernabeu

David Bernabeu

En Luisal, ciudad fantasma que pasará a la historia por ser el lugar en el que el fútbol saldó su deuda con Leo Messi, andaba el barcelonismo pendiente de distintas estampas. Sólo una le sonrió: Messi, su irrepetible icono, levantó la Copa del Mundo. Mayoritariamente, la afición del Camp Nou, que en sueños le sigue viendo con la remera blaugrana, deseaba que Leo restañara su herida y celebrara el título que se le resistía.

Con esa imagen del crack sosteniendo el “Troncho” a los lomos del Kun, casi clonada de la que inmortalizó a Maradona en el Azteca, quedaba liquidada la patraña que, hasta el último segundo, mantuvieron quienes sufrieron sus goles, sus regates y sus humillaciones en Chamartín. “No podrá ser el mejor de la historia, si no gana un Mundial...”. Ese era el hilo del “pecho frío”, cocinado en Argentina y horneado en Madrid para desacreditar su figura. La cancioncilla prescribió en Qatar. Ya no les queda ni el derecho a patalear. El domingo se cerró el círculo.

En lo demás, la lupa azulgrana acabó entelada. Jules Koundé, al unísono con su equipo, se estrelló en el lateral derecho. Y el drama estuvo en el contraste entre Mbappé, al que el club descartó en 2017, y Dembelé, el elegido en lugar de Kylian para suplir a Neymar. El 10 de Francia, pese a desaparecer durante 80 minutos, se puso el equipo a la espalda y se marchó con un “hat trick”.

Dembelé, señalado públicamente por un Deschamps desnortado, hizo un partido grotesco. Y un mundial paupérrimo. La propuesta del técnico, mezquina a más no poder, le ha perjudicado. Pero jugó mucho sin ser importante, sin desbordar y sin marcar. Sólo asistió ante Australia. Xavi seguirá creyendo en él. Ojalá el tiempo le dé la razón. Pero Qatar refuerza una tesis: en un Barça de verdad, Dembelé no puede ser quién sustente su ataque. A sus 25 años, el mundial le vino grande. Demasiado grande.