Messi y la fuerza del destino

Messi está concentrado con Argentina

Messi está concentrado con Argentina / EFE

Joan Mª Batlle

Joan Mª Batlle

No es frecuente escuchar a Messi en entrevistas personalizadas y mucho menos escucharle hablar de su vida privada, de sus inquietudes, de sus pensamientos, de su pasado, presente y futuro. Pocas entrevistas y casi siempre en ruedas de prensa organizadísimas, y controladísimas, de eventos publicitarios, o canutazos después de algunos partidos, casi siempre de su selección, así que ahora que ha abierto su corazón en la televisión argentina América TV, sus confesiones han causado impacto. Ante todo, hemos visto a un Messi muy maduro, responsable y consciente de lo que representa ser el mejor futbolista de todos los tiempos. Un Messi humilde, que quita importancia a episodios determinantes en su vida y en su carrera futbolística. Impresiona la normalidad con la que habla de las inyecciones que se ponía cada noche en las piernas para solventar las deficiencias en su crecimiento. Sí, aquellas inyecciones carísimas que empezó pagando de su bolsillo el recordado Joan Lacueva, gerente en la directiva de Gaspart. Aquel fue el primer guiño del destino a Messi, como la famosa servilleta que firmó Rexach, sí. ¿Qué puede impulsar a un niño de doce años a cambiar su vida alejándose de su madre, de sus hermanos, de sus amigos de Rosario? Leo lo tenía todo en Argentina y, sin embargo, alguna vocecita en su interior le dijo que en Barcelona y en el Barça estaba su sueño vital. Seguramente los gestos de Rexach y Lacueva tuvieron algo que ver; probablemente la grandeza del Camp Nou, las instalaciones, La Masia... Pero yo creo mucho en el destino y el destino de Messi estaba escrito. 

EL CORAZÓN. El impulso que sintió el pequeño Lionel cuando su padre le dio a elegir su destino fue más intuitivo que racional. Messi nos aclara una razón: “Estaba convencido, veía que la posibilidad era real”. Impacta esta seguridad, esa clarividencia. Venció el sueño, el fútbol, y le cambió la vida. Y al mismo tiempo, cambió la historia del fútbol. ¿Alguien se imagina qué hubiera sido de Messi sin el Barça? Es imposible saberlo, lo que sí sé es qué hubiera sido el Barça sin Messi. Ahí no tengo dudas, nos hubiéramos perdido los diez -y los que quedan- mejores años de la historia del club. Los dos tripletes y acaso un tercero que está ahí, cerquita; los quinientos goles, las jugadas mágicas, los slaloms únicos e intransferibles. Pero volvamos al destino de Messi. Sin La Masia, sin las inyecciones milagrosas, sin los técnicos del fútbol base y, sobre todo, sin el estilo de juego del Barça, el fútbol habría alumbrado a otro Messi. Con un talento descomunal, porque el talento se tiene o no se tiene, pero otro Messi. Si aquel día Leo hubiera escogido volver a Argentina, seguramente habría recalado un tiempo más tarde en Madrid, en Milán o en Manchester. Otras ciudades, otros ambientes, otras formas de ver el fútbol. Afortunadamente, el destino le empujó a quedarse. Y aquí coincidió con Xavi e Iniesta, básicamente. Y con Guardiola y el legado de Cruyff. Barça y Messi estaban hechos el uno para el otro. Junto a la ciudad de Barcelona, el triángulo mágico. Y hoy Leo es feliz, tiene a sus dos grandes aliados en el corazón. Junto a su otra gran decisión, Antonella, ha echado raíces en Barcelona. Sus tres hijos son catalanes, del Barça no se mueve ni se moverá, en ningún otro sitio podría ser tan feliz. El niño, el hombre, el padre, el mejor futbolista del mundo. El círculo se ha cerrado. Gracias, Leo, por escuchar a tu corazón.