Messi se ha equivocado; Bartomeu defiende al Barça

Bartomeu, dispuesto a dar un paso al lado para que siga Messi

Bartomeu, dispuesto a dar un paso al lado para que siga Messi / EFE

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

Messi se ha equivocado de táctica. Prueba de ello es que cuatro días después de lanzar un burofax amenazante e inconsistente jurídicamente hablando, pide negociar su salida. Hizo un dribling al Barça pero no remató la jugada. Le ha fallado la estrategia porque está mal asesorado. Ni el Nº1 del mundo puede romper un contrato a su antojo. El Barça está por encima de cualquier jugador y no debe ceder ante la presión de un burofax. Es una cuestión de principios, la ley está para cumplirla. Leo es un crack en el campo pero tiene mucho que aprender en los despachos. Sabe jugar al parchís pero no al póker. Se creyó que tenía una escalera de color pero a la hora de la verdad se ha quedado con una doble pareja con la que no va a ninguna parte. Bartomeu no ha entrado en el juego, ha aguantado el pulso defendiendo por encima de todo los derechos de la institución aunque sea a costa de ver comprometida su propia imagen. Mientras tanto, los socios asisten atónitos a una guerra fratricida de final imprevisible y alto costo reputacional.

El lunes Messi lanzo un desafío mundial al Barça. Lo nunca visto, el jugador más querido de los barcelonistas se revelaba contra su propio club, un grave error de cálculo que ha terminado volviéndose contra él. Quería la carta de libertad para poder marcharse a otro club sin pagar la clausula de rescisión, 700 millones. Fue un golpe de efecto, un puñetazo al aire, un órdago sin base jurídica. El club afrontó el desafío defendiendo un contrato firmado por las dos partes. Bartomeu llegó a proponer su dimisión si el jugador reconocía que el problema era el presidente. El pasado viernes, a la vista de que el conflicto se enquistaba, echó el freno y dio marcha atrás. Los abogados de Cuatracasas que le asesoran saben mucho de fiscal y laboral pero no dominan el derecho deportivo, le han metido en un callejón sin salida. Para desencallar la situación, Messi pide ahora una reunión a nivel de abogados para pactar una salida negociada, señal inequívoca de que el burofax ha sido una bala perdida. El Barça mantiene la postura del primer día.

No hay nada que negociar, el club no quiere que se marche. Koeman cuenta con él como pilar del nuevo equipo. Solo en el caso de que el jugador pagara la clausula –como sucedió con los 222 millones de Neymar- Messi podría irse de inmediato del Camp Nou. Pero esto no sucederá. Nadie pagará 700 millones por un jugador de 33 años. Lo sabe el Barça, lo sabe Messi y lo sabe el City. La opción de que el capitán se quede a disgusto hasta el 30 de junio del 2021 cuando quedará libre no parece la mejor solución. Tampoco es probable que en estas circunstancias algún club se atreva a fichar a Messi aunque consiguiera el transfer provisional de la FIFA, ya que el Barça esta dispuesto a llevar el caso a los tribunales de justicia. La situación es kafkiana. El jugador se quiere ir, el Barça no quiere negociar la salida. De momento pierden las dos partes ya que la guerra iniciada tiene un coste de imagen muy negativo. No descarten ninguna alternativa.

EL CASO MESSI NO ES COMPARABLE A LAS SALIDAS DE XAVI E INIESTA

El matrimonio Barça-Messi no merece acabar mal. Es triste y lamentable que después de tantos años de títulos y alegrías termine con un divorcio envenenado. Vaya por delante que el Barça es víctima y Leo el desencadenante de la tormenta. Sin embargo, hay que reconocer que se veía venir, se cocía a fuego lento a costa de derrotas traumáticas en la Champions, pero nadie podía imaginar que acabaría con esta virulencia. Las dos partes han cometido errores. Se puede culpar a Messi de usar el burofax como arma arrojadiza, pero también hay que reconocer que desde la marcha de Neymar la directiva de Bartomeu ha realizado una política de fichajes nefasta.

La fórmula mágica, Barça + Messi, ha saltado por los aires cuando por primera vez en once años no han ganado ningún título. Este caso no se puede comparar con las salidas pactadas de Xavi e Iniesta. Se fueron con la baja en el bolsillo como premio por los servicios prestados a cambio de que no fueran a potenciar a un rival europeo sin pagar traspaso. Xavi se fue el 2015 a jugar a Qatar después de dieciocho temporadas en el primer equipo, con 35 años y sin la titularidad asegurada en el Camp Nou. Iniesta dejó el Barça el 2018 cuando tenía 34 años para terminar su brillante carrera en el Vissel Kobe de Japón. El caso de Messi es distinto, le quedan como mínimo dos buenos años para seguir jugando al máximo nivel y el Barça no quiere regalar al City el mejor jugador de la historia.