Mercado, equipo y contundencia

Sevilla - Barcelona

Sevilla - Barcelona / EFE / Raúl Caro.

Rubén Uría

Rubén Uría

El Barça no podría fichar y no podría inscribir. Esa fue la canción del verano que sonó, por tierra, mar y aire. Algunos lo advirtieron desde la información. Otros lo profetizaron desde el rencor. Todos nos equivocamos. Tres meses después, palancas mediante, el Barça fichó casi todo lo que se propuso (faltó la guinda de Bernardo) y pudo inscribir todo lo que fichó. Vendió activos (nunca es una buena noticia) y se puso manos a la obra. En un verano memorable, convertido en frenética carrera de obstáculos, el Barça ha fichado casi todo lo que se ha propuesto. Cortesía Mateu Alemany, Jordi Cruyff y compañía, se han hecho 25 operaciones. Han entrado Rapinha, Lewandowski, Kounde, Kessié, Christensen, Bellerín y Marcos Alonso y han cogido la rampa de salida hasta 18 futbolistas. Fácil de decir, difícil de hacer. Entre ventas de activos, rebajas, diferimientos, agentes libres, cesiones y negociaciones, el Barça se ha reinventado. Decían que no podría fichar y que tampoco podría inscribir, porque no salían las cuentas. Ha sido al revés. El Barça no sólo ha podido fichar e inscribir, sino que se ha hecho el mejor equipo que su dinero ha podido pagar. Laporta y Mateu hicieron lo suyo y Xavi está en lo propio. Su equipo, aunque sigue en obras, está empezando a dar muestras de lo que puede ser. En Sevilla, su Barça dejó impronta de campeón. Fue de menos a más, sufrió de inicio y destrozó a su rival después. ¿Cómo? Justo con lo que no tenía y ha comprado este verano: contundencia. Este Barça, que el año pasado gobernaba los partidos pero no tenía pegada, ahora sí domina las áreas. En la suya, está más fuerte y concede menos. Y en la ajena, llega, intimida y vacuna. La conquista de Nervión se cimentó en las paradas brutales de Ter Stegen cuando el equipo lo pasó mal y en un contragolpe de martillo neumático en el que Dembélé y Rapinha ponían la poesía y Lewandowski cobraba derechos de autor. Con el liderazgo del carismático Gavi, que apenas se afeita pero es una piraña capaz de devorar a cualquier equipo, el Barça jugó a lo campeón en Nervión. Aún queda un mundo, pero este Barça empieza a insinuar virtudes reconocibles: calidad, clase y contundencia. Ahora falta refrendar esas virtudes en la Champions. Para recuperar prestigio y dinero, porque este año es clave. Será puerta grande o enfermería. 'Spoiler' para no olvidar nunca: el gran enemigo del Barça siempre es el Barça. Asumido y procesado, porque quien olvida la historia la repite, directiva, banquillo y grada saben lo que hay. En el palco saben que hay que ganar para multiplicar ingresos. En el banquillo saben que hay que ganar para crecer. Y en la grada saben que, si se juega como en Sevilla, será un gran año.

GUERRERO EN MINIATURA

Si uno busca el significado de la palabra ‘intensidad’ en Google, aparece la foto de Gavi. Roba, distribuye, llega, pelea, rasca y quita. Gavi, un dios guerrero en miniatura, es un vendaval. Con balón y sin balón. Será un jugador de época. Los “iluminati” de la caverna dijeron que era un capricho de Luis Enrique. Que Dios les conserve la vista. 

CRÍTICOS A LA CUEVA

Eric García sufrió una persecución mediática tan burda como teledirigida. Hoy sus críticos se han escondido en la cueva. El chico no es Beckenbauer, pero tiene buenas condiciones y las está demostrando. Eric está impecable al quite, atento en la salida de balón y ha progresado en la marca. Otro que tampoco era un capricho de Luis Enrique.