El mensaje del minuto 44

Messi se lució en Cornellà-El Prat

Messi se lució en Cornellà-El Prat / AFP

Xavi Torres

Xavi Torres

Ante el Espanyol, en el 16 marcó el 0 a 1 gracias a un lanzamiento de falta espectacular. Pero no queremos hablar de este minuto. Ni del 26, cuando después de iniciar la jugada desde el suelo por culpa de un resbalón y de volver a probar el césped tras la presión de sus rivales, el 10 vio lo que nadie para pasarle el balón a Dembélé, autor del 0 a 2. Tampoco del minuto 29, cuando tras un caño a Vilá y de una conducción frenética le entregó el balón a Suárez, que remató fuera. Ni del 35. Pared entre el uruguayo y Leo, y balón al palo del 9. Ni tampoco del 36, cuando fue él mismo quien lo envió al hierro. Ni del 56, cuando una contra del francés mal finalizada acabó con un chut forzado de Messi contra las piernas de Diego López. Y también pasamos del minuto 64, el del 0 a 4, otra vez de falta, ahora desde el perfil zurdo, más difícil todavía. Y del 69, tras un error en el remate de Arturo Vidal antes de un giro de cuello casi imposible de Leo que obligó a López a espabilarse. Ni de cada una de sus 64 intervenciones en el juego, a cuál más brillante. O, más bien, más llena de lógica futbolística. Lo que conviene en cada momento, sin duda, lo más difícil de completar en este complejo deporte que se juega con la cabeza pero que se usan los pies. Y estos, dentro de unas botas de tacos. Bien, a lo que íbamos. Al minuto 44.

Messi no tocó el balón 64 veces. En realidad, fueron 66. Las dos intervenciones restantes se sucedieron en el minuto 44. Leo conducía el ataque azulgrana cercano a la frontal del área periquita cuando un mal pase suyo provocó la contra de Hernán Pérez. El argentino, que por galones podría haber relajado su esfuerzo, decidió todo lo contrario: esprintó hasta pisar suelo culé y arrebatarle el balón al jugador paraguayo. Messi superstar. Corriendo hacia atrás como si no hubiera un mañana con 0 a 2 en el marcador. Se dio la circunstancia, además, que la recuperación de ese balón culminó con la acción del tercer gol, obra de Luis Suárez. 

No es la primera vez que el 10 hace algo similar. Ni tampoco es extraño que, tras una pérdida, se deje ir y abandone el rigor. Pero hay días y días y sucede que el jugador argentino suele aparecer en escenarios especiales y en momentos particulares. El Barça hizo una primera parte maravillosa en Cornellà-El Prat, especialmente sin balón, con una presión única que ahogó las virtudes de Marc Roca (ver cuadro adjunto) y del Espanyol entero, y que permitió el lucimiento de Leo tras cada recuperación. Busquets, Rakitic y Vidal estuvieron pletóricos y Messi, por supuesto, lo detectó. Así que, sin que sirva de precedente -debió pensar él-, esta vez le tocaba a él devolver a sus compañeros tanta dedicación. Y, por ellos, corrió. Y, por ellos, recuperó el balón. Oído barra.