Menos grúas y más futbolistas

Griezmann celebra el primer gol del Barça en el Puskas Arena

Griezmann celebra el primer gol del Barça en el Puskas Arena / V. Enrich

Emilio Pérez de Rozas

Emilio Pérez de Rozas

No digo que porque estemos en tiempo electoral, todo han de ser desgracias alrededor del Barça. No digo que porque la incertidumbre envuelva (y parece, sí, que va para largo) todas nuestras actuaciones, presente y futuro inmediato, todo parece demasiado negro, o muy gris. Oscuro, vamos. No escribo, tampoco, que a alguien le pueda interesar que todo empeore para, luego, apuntarse el tanto de haber sido el salvador, ni siquiera que lo que nos están contando sea mentira. Del Barça, digo, del Barça. Es decir, sí, está horrible y alguien (aunque uno de los que podía ha desaparecido del radar azulgrana) debería de contarnos la verdad, o parte de ella. Lo que sí digo, y noto que no se está diciendo de manera demasiado destacada o notable (y a mí, la verdad, me parece hasta sobresaliente), es que el Barça es el único club europeo, no ya entre los grandes, no, no, entre los medios y pequeños también, que lleva 25 partidos consecutivos, en las distintas fases previas de la Champions, sin perder un solo partido.

Es decir, desde que perdió, el 1 de noviembre del 2016, que ya ha llovido, frente al City, en Manchester, no ha perdido un solo encuentro y la goleada del miércoles, en campo del Ferencváros (0-3), es el partido nº 25 de éxito: 19 victorias y 6 empates. Cierto, una cosa es no perder en la fase previa, sea con Luis Enrique, Ernesto Valverde y/o Ronald Koeman y otra, muy distinta, ganar la Copa de Europa. Sí, sí, lo reconozco, pero si un dato así estuviera en manos de quien yo (y ustedes) me sé, hubiera habido bastante más ruido mediático del que está habiendo sobre semejante racha. Porque este Barça de la lágrima permanente, lamento continuo y casi, casi, fin del mundo, ha goleado 7 veces en los 9 partidos que ha ganado, sin Luis Suárez: 4-0 al Villarreal, 0-3 al Celta, 5-1 al Ferencváros, 5-2 al Betis, 0-4 al Dynamo, 4-0 a Osasuna y 0-3 al Ferencváros, de nuevo. Cierto, sí, es verdad, no son el Liverpool, ni el City ni el PSG. Pero es que hay bastante más, por ejemplo, comparado con el Real Madrid (ven, ya salió). El Barça de Koeman, en 14 partidos, ha marcado 35 goles y ha encajado 11; los blancos, en 15 encuentros, es decir, casi los mismos, ha metido 10 menos (25) y ha recibido 10 más (21). Siempre se ha dicho que Barça y Madrid, Madrid y Barça, son vasos comunicantes.

Incluso, ahora, que no están de moda (o parecen no estarlo, con tanta Real Sociedad, Atlético de Madrid, Sevilla, Villarreal… esperemos unos meses, esperemos unos meses), es evidente que la comparación, en el mes de Navidad, siempre es un recurso curioso, que no festivo, no. Es posible ¿verdad? Que si sobre el Barça, en lugar de estar cantando, contando, la mejor racha en las fases previas de la historia de la Champions, estuviésemos diciendo que, el próximo miércoles, puede quedar eliminado, por vez primera en la historia de la ‘orejuda’, en la fase de clasificación, los nubarrones que cubrirían el Camp Nou serían casi un tsunami de desastres. Y, sin embargo, insisto, ese destino está sobre la cabeza de Florentino Pérez y Zinedine Zidane, aunque el fútbol, éste y el de siempre, es tan loco que, incluso la noche del ultimátum de ‘Zizou’, el técnico francés podría abandonar el estadio Alfredo di Stéfano, de Valdebebas, a hombros, por la puerta grande, es decir, como primero de grupo.

Eso puede ocurrir, pero lo que no dejará de ser cierto, es que, según me cuenta Pedrito Martin, el de los números de la COPE, Zidane ya ha perdido, en su segunda etapa en el banquillo del Real Madrid, los mismos partidos (16), que perdió en la primera. Pero con una diferencia, en su primer reto blanco, Zidane perdió 16 encuentros en 149 partidos y, ahora, ha sumado las mismas derrotas, pero en ‘solo’ 77 duelos. El caos de ahora es manifiestamente peligroso. No para el miércoles, sino para los síntomas que ofrece este Real Madrid, cuyo presidente, eso es evidente aunque aún nadie se lo ha echado en cara (no hay público, no hay gritos, cánticos, ni pancartas, aunque todo eso suele estar bastante controlado en el Santiago Bernanéu), ha decidido convertir el estadio en un monumento, sembrar ahí las grúas y dejar los fichajes para el año que viene. Tal vez.

Los blancos han tenido, en las últimas semanas, verdadera mala suerte, pues se han quedado sin su columna vertebral (Ramos, Modric, Kroos, Benzema, Casemiro y Harzard), pero no es menos cierto que el equipo ha envejecido –todos ellos tienen más de 30 años—y que el relevo generacional (Asensio, Odegaard, Rodrygo, Vinicius, Militao, Jovic, Mendy) no ha roto aún la puerta. El ‘ser superior’ ha enterrado muchos millones, muchos, y empieza a tener un auténtico problema. Necesita artistas, auténticos, para ese Liceo que está embelleciendo. Y necesita, claro, meterse, como siempre, en los octavos de final de la Champions. Y, a ser posible, sin trampas, sin ‘biscotto’