Quizá lo mejor sea una SA
Visto lo visto esta semana y visto lo visto cada cinco o seis años, quizá lo mejor es que el Barça se plantee reconvertirse en una Sociedad Anónima. De este modo evitaremos que un día el club entre en quiebra, se desplome el Camp Nou a pedazos o los directivos, ejecutivos y socios pasen de las cansinas y habituales discusiones verbales a las manos.
Es posible que, si eso ocurre, algún socio como el expresidente Joan Gaspart se tire de nuevo al Támesis o ante la desesperación y premura elija el Llobregat. No obstante, seguro que muchos de los nuevos socios, sobre todo los más jóvenes y aquellos que se registren desde fuera de Catalunya, estarán encantados de ver cómo el Barça vuelve a fichar a estrellas en lugar de futbolistas mediocres, se construye el mejor estadio del mundo en cuatro días y, encima, terminamos con esas asambleas a las que suelen acudir cuatro socios y un montón de ‘frikis'.
Nuestros hijos, que seguirán siendo del Barça, quizá también se alegren y vuelvan a vibrar con la opción de arrebatarle Mbappé al Madrid, de fichar a Haaland, de asegurar el futuro de Ansu Fati o de ver a sus ídolos azulgranas en la portada del FIFA Play.
Y quizá, los socios eviten que un día les pidan una derrama, y como socios que son, no puedan decir que no y quizá, siempre quizá, tenemos la suerte de que el nuevo propietario no pertenezca a una dictadura que se dedica a trocear periodistas. El mundo está cambiando y si preguntan a esos jóvenes, que son socios porque lo pagan los padres, qué opción prefieren quizá tengan una sorpresa. La mayoría ya son del City, el Liverpool, el PSG o el Bayern porque a ninguno de ellos le importa si el propietario de su equipo es de Abu Dhabi, Illinois o Catar. Como a ninguno le importa ya de dónde es el propietario de la empresa donde trabaja.
A mí no me gusta la idea, pero quizá, siempre quizá, deberíamos empezar a pensar que el modelo del Barça no tiene ni futuro ni arreglo. Es muy posible que todo lo que se proponga en la Asamblea se valide, pero estarán conmigo en que el día que Joan Laporta termine su mandato saldrá por la puerta trasera. Es la historia del Barça. Núñez salió por piernas, Gaspart más de lo mismo, Laporta terminó con una acción de responsabilidad, Rosell abandonó y de Bartomeu ya se ha dicho todo esta semana. Es cierto que eso ocurre fruto de ser un club democrático, quizá demasiado democrático, eso sí, mejor así que deberse a una dictadura como la de Florentino. Dicho esto, no puede permitirse que a consecuencia de todas esas guerras internas, el Barça tenga hoy uno de los estadios más obsoletos de Europa.
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