Opinión
Casi mejor que Lamine no gane el Balón de Oro

Lamine Yamal celebra su gol durante el Rayo Vallecano - Barça (1-1) de LaLiga 2025/26 / EFE
La última vez que un jugador recibió como blaugrana un Balón de Oro fue Leo Messi en 2019. Lo volvió a ganar en 2021, pero ya lo recogió como futbolista del PSG, y una última vez en 2023, por su campeonato del mundo con la albiceleste.
Este lunes, seis años después, el Barça se presenta otra vez en París con un futbolista de su plantilla con serias aspiraciones de ganar el máximo galardón individual del fútbol. Es, otra vez, un delantero extraordinario, criado y desarrollado en La Masia, y es, otra vez, un orgullo para el Barça.
Las comparaciones son tan odiosas como inevitables, pero justamente por eso nos debería llamar la atención que Lamine podría ganar la máxima distinción individual del deporte rey con 18 años recién cumplidos, cuatro años antes de lo que lo hizo Leo, con 22.
Sensación de aceleración histórica
Hay, con Lamine, una inevitable sensación de aceleración histórica: entre muchos otros récords, ha sido el más joven en debutar y marcar con el Barça, el goleador más joven de la historia de la Copa, de la Supercopa y de la Eurocopa, además de ser el debutante más joven del Barça en una Champions. Ha logrado hitos sobrenaturales para su edad, que indican que estamos ante un portento del fútbol que puede batir todos los registros.
Sin embargo, y aunque parezca una ‘boutade’, algunos nos hacemos esta impertinente pregunta: ¿Es bueno para el Barça que Lamine gane un Balón de Oro a una edad tan temprana?
Pues, aunque sea a costa de nuestro orgullo y de nuestra impaciencia por recuperar el ‘status’ perdido, seguramente la respuesta más pertinente es “no”. Porque, aunque es cierto que Lamine ha demostrado hasta la fecha una envidiable madurez, es legítimo tener dudas de cómo sería capaz de administrar semejante dosis de popularidad y foco mediático.
Como decía Cruyff...
Desengañémonos: un Balón de Oro envía directamente a su ganador a la aristocracia del fútbol, y con 18 años, incluso en la cabeza bien amueblada de Yamal, el premio podría convertirse en una peligrosísima bomba de relojería.
Por decirlo como Cruyff, un jugador, por bueno que sea, debe ir acompasando sus etapas. Messi no necesitó ir tan rápido para terminar siendo el mejor jugador de fútbol de la historia.
Todos queremos que Lamine termine siendo el nuevo rey del fútbol, pero precisamente por eso pedimos a los dioses que no lo quemen demasiado pronto. Hemos visto ya demasiadas veces a canteranos devorados por el entorno, estrellas cayendo en tiempo récord de su pedestal y talentos incomparables derrumbarse a un paso de la gloria.
El ganador sería Dembélé
El fútbol moderno tiene cada vez más prisa y menos mesura, y encumbra y hunde por igual a sus ídolos. Por eso no está de más recordar que al olimpo del fútbol solo se llega después de un maratón lleno de obstáculos.
Cierto, que no gane Lamine Yamal querrá decir que, con toda probabilidad, el Balón de Oro habrá sido para Ousmane Dembélé, o lo que es lo mismo, que los culés tendremos otro dolor de muelas: ganaría el jugador al que, como es habitual, menospreciamos injustamente y antes de tiempo. Otro ejemplo, por cierto, de que el camino a la gloria es infinitamente largo y lleno de curvas. Pero esto ya es, ya será, otra historia.
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