Mejor evitar las agonías largas

Bartomeu tomará una decisión sobre su futuro la próxima semana

Bartomeu tomará una decisión sobre su futuro la próxima semana / AFP

Albert Sáez

Albert Sáez

El Barça está hecho añicos. Solo el equipo y el entrenador aguantan al club en pie. Y de manera requeante, porque la plantilla se ha configurado con la vista puesta en el presupuesto antes que en el terreno de juego. Pero aún así, los números son un desastre, como ha explicado esta semana la propia junta directiva. Y no todo el color rojo que presentan es atribuible a la pandemia que ha vaciado el estadio, el museo, las tiendas y amenaza con dinamitar los patrocinios principales. Hay elementos estructurales derivados de una mala administración de la suerte que ha supuesto tener durante 20 años al mejor jugador del mundo sin tener que ficharlo.

Una mala gestión que se intensificó tras la llegada y la marcha de Neymar y que ahora deja al club en el dique seco de los grandes fichajes. Y que el Real Madrid, el eterno rival, esté igual o peor ya no es consuelo. Y a esta situación se ha llegado por cómo han hecho las cosas desde la junta directiva pero también por la apatía de todo el tejido blaugrana, confiado a la suerte de Messi y que solo ha abierto la boca por temas políticos, pero no ha habido una alternativa solida desde el punto de vista económico y deportivo.

El fin de este ciclo -deportivo, económico y social- se está alargando demasiado y se está convirtiendo en una agonía con aires de serial melodramático entorno a una moción de censura envenenada que cada día gana más adeptos por las maniobras dilatorias de la actual junta, pero que a la vez ahuyenta a más de un candidato potencial que mira con pánico la cantidad final que habrá que avalar y, muy especialmente, el déficit que habrá que enjuagar en dos años, el límite de pérdidas que fijan los estatutos. Dejemos, pues, de jugar con la buena fe de los socios y de hacer más numeritos como el de enviar unas firmas a la Guardia Civil para intentar prolongar los plazos de la agonía, no solo de la actual junta directiva sino de toda una época que ha sido dorada, pero que ahora languidece, y si el final es muy feo puede empañarla en nuestra memoria.