El mejor estadio y un gran equipo deben ser compatibles

Entrenamiento de activación en el Camp Nou

Entrenamiento de activación en el Camp Nou / FCB

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

El nuevo Camp Nou ya tendría que estar inaugurado si se hubiese cumplido el timing prometido hace siete años. El 5 de abril del 2014 se realizó un referéndum en el que los socios de forma mayoritaria (72,35%), dieron el SÍ a la construcción de un nuevo estadio.

Es triste reconocer que la ilusión que generó aquella votación sirvió de poco. Más promesas que realidades. La directiva de Bartomeu no supo tirar adelante un proyecto que embarrancó por problemas vecinales, municipales, económicos y de incompetencia. Mientras tanto, el estadio envejecía a marcha acelerada y los clubs punteros de Europa modernizaban sus instalaciones.

Para darnos cuenta de la magnitud del problema generado por tan largo retraso, hay que recordar que en el dossier elaborado en su día por el club se anunciaba que las obras comenzarían el 2017 y acabarían el 2021, con un presupuesto de ejecución de 600 millones.

Han pasado siete años y hoy los socios están convocados a un segundo referéndum para aprobar el nuevo financiamiento del Espai Barça. Está claro que la respuesta por parte de los socios será la misma -ganará el SÍ por goleada- ya que el nuevo estadio es una necesidad imperiosa para que el club pueda volver cuanto antes a la élite continental. 

La gran diferencia entre los dos referéndums es que el de hoy será telemático y que el presupuesto del nuevo proyecto alcanza los 1.500 millones. Con la deuda que acumula la entidad y la crisis deportiva que obligará a una gran inversión, más de un socio ha pensado que es una locura meterse en una inversión de tal calibre en un momento tan complicado.

No hay marcha atrás posible, sin un campo nuevo el Barça se convertirá en un equipo pequeño. Afortunadamente se ha encontrado un tipo de financiación internacional que no afectará la tesorería, el crédito de Goldman Sachs se pagará a largo plazo con los beneficios que genere la nueva instalación.

Esto significa que no afectará el balance anual del club ni tampoco repercutirá en el bolsillo del socio. Es lo que los economistas llaman ingeniería financiera. Sin hipotecar el patrimonio del club, se consigue una financiación extraordinaria.

El coste del Espai Barça no afectará la política deportiva del club. Habrá dinero para fichajes ya que son cuentas separadas. El deporte, y muy especialmente el fútbol, se ha convertido en un foco de negocio para los bancos de inversión.

Un club como el Barça, por palmarés, patrimonio y proyección de futuro, es un business muy interesante para el gran capital por su protagonismo en el mundo del entretenimiento, televisión y comunicación. Por todo ello es imprescindible tener cuanto antes un gran equipo para jugar en el mejor estadio. Dos asignaturas pendientes que son compatibles.