La mediocridad ganó a la tristeza

Un Clásico con público: Así ha sido el Barça-Madrid en imágenes

Un Clásico con público: Así ha sido el Barça-Madrid en imágenes / Javi Ferrándiz

Lluís Mascaró

Lluís Mascaró

Ronaldinho estaba en el palco. Junto a Deco. También Puyol. Al lado de Luis Enrique. Viejos mitos del barcelonismo. Magia y ambición. Talento y fuerza. Clase e identidad. Épocas pasadas. Historias gloriosas. Recuerdos imborrables. Que, desgraciadamente, tardarán mucho en volver. Estos cracks asistieron, con dolor, a un clásico que solo sirvió para reafirmar la triste realidad de un Barça que está lejos, muy lejos, de aquellos tiempos inolvidables. Este Barça en construcción (o en descomposición, depende como se mire) es un equipo incapaz de generar ningún tipo de entusiasmo. Y eso que ayer el Camp Nou, con más de 85.000 espectadores, se entregó al partido en cuerpo y alma. Pero de nada sirvieron los ánimos de una afición que asume con resignación la crisis futbolística del equipo blaugrana.

La impotencia de este Barça, sin pegada en ataque y frágil en defensa, es la herencia deportiva que dejó Bartomeu. Laporta, que el sábado dio un gran impulso a su proyecto de futuro con la aprobación del plan de financiación del Espai Barça, está luchando sin dinero para revertir la situación. Pero será difícil, muy difícil, pensar en ganar títulos. Al menos en un par de años. Hay que ser realistas. Este Barça da para lo que da y no hay manera de disfrazarlo. Y un más que mediocre Madrid tuvo suficiente con su velocidad y su oficio para lograr su cuarta victoria consecutiva ante los blaugranas... la tercera con Koeman en el banquillo. 

Los triunfos ante el Valencia y el Dinamo de Kiev hicieron levantar ciertas expectativas sobre el clásico. Se enviaba el mensaje, desde el club y desde el vestuario, que la resurrección podía estar empezando. Una pequeña dosis de optimismo invadió a los culés. Pero ayer volvieron a darse de bruces contra la verdad de un Barça que está lejos, muy lejos, de una posible recuperación. Y eso que Koeman apostó por una alineación valiente, posiblemente con el mejor once que tiene disponible en estos momentos. Sin embargo, el nivel de este equipo no alcanza ni para ganar a un Madrid sin fútbol, que vivió de la velocidad de Vinicius, del golazo de Alaba y de la experiencia de su centro del campo.

Nunca había necesitado tan poco el Madrid para ganar en el Camp Nou. Y eso, seguramente, es lo que hizo entristecer aún más a Ronaldinho, a Deco, a Luis Enrique, a Puyol... Porque este Barça es el desgraciado paradigma de la tristeza.