Poco Mateu para tanto Laporta

Mateu Alemany y Joan Laporta

Mateu Alemany y Joan Laporta

Ernest Folch

Ernest Folch

Mateu Alemany vuelve sin haberse ido. El último bandazo del club de los bandazos, presentado como un golpe de efecto por el entorno acrítico, es en realidad un síntoma de una preocupante desorientación. El dramático giro de guion en el 'caso Mateu' deja a Alemany en un mal lugar, como alguien errático y poco consistente, pero sobre todo abre grandes interrogantes en el área clave del club, la dirección deportiva.

Porque el último vodevil llega tras la dolorosa dimisión de Jordi Cruyff y el inminente fichaje de Deco. En un club que cambia de opinión cada día, o cada hora, Deco ha pasado de plenipotenciario a quizás subalterno de Mateu, aunque no descarten que sea al revés.

Sin embargo, la auténtica cuestión de fondo no son las idas y venidas de Alemany sino la organización del club y, específicamente, la gestión de su gobierno. Lo que pone encima de la mesa este fabuloso caos es algo más profundo que la tan cacareada improvisación, y tiene que ver con la toma de decisiones.

Ahora mismo hay preguntas esenciales sin respuesta: ¿Quién fichará en el Barça, y con qué grado de autonomía? ¿Qué papel tendrá Xavi, y qué otro tiene Laporta? ¿Quién es el ideólogo del club, si es que lo hay? ¿Puede ser Deco fichador y a la vez agente de jugadores? La marcha de Jordi, la fuga 'interruptus' de Alemany y la llegada de Deco sugieren una estructura deportiva débil, sometida al poder cada vez más plenipotenciario del presidente. 

La sensación es que Laporta (con Mateu debilitado, pero sin Jordi ni Reverter ni Giró) avanza sin ataduras y sin nadie de peso que lo fiscalice, con una junta directiva que sigue la vieja tradición de bajar la cabeza y un equipo cercano que evita nada que pueda incomodarlo.

Da la sensación que cada vez menos gente dentro del club tiene la capacidad de encararse al presidente, y que tiene demasiados aduladores, dentro y fuera del club, que le van repitiendo lo guapo que es, como el espejo de la madrastra de Blancanieves. Viene al caso recordar que el mejor Laporta, fresco, innovador y valiente, controlado y mejorado por figuras de peso en el 2003 fue dando paso a un presidente anárquico con un mal final en 2010.

Laporta es un superdotado y un animal político con una extraordinaria intuición, pero puede cometer un error fatal si cede a la tentación del mesianismo. El Barça tiene retos enormes en el horizonte inmediato, y la mejor forma de encararlos no parece que pase por la acumulación de poder en tan pocas manos. ¿O no habíamos quedado que no había nada más nocivo que el presidencialismo al estilo de Florentino?