En La Masia también hay mercenarios

Ilaix, frente a La Masia

Ilaix, frente a La Masia

Ivan San Antonio

Ivan San Antonio

Cuando los chiringuitos más tempraneros abren sus persianas, en los despachos de la Ciutat Esportiva se suceden las peores reuniones del año. Los responsables deportivos del fútbol base citan a quienes guían las carreras de los jóvenes futbolistas que nutren la cantera para comunicarles, con todo su pesar pero con el mismo rostro pragmático de un director de Recursos Humanos (así, en mayúsculas), que el niño o adolescente en cuestión no ha pasado el corte. Quienes no pasan de pantalla ven cómo muchos de sus ya ex compañeros lo han logrado y son los primeros en entender que, seguramente, tampoco ellos escribirán su nombre en el Camp Nou.

Llegar es difícil y mantenerse depende de Darwin, cuyo viaje a bordo del Beagle a las Galápagos es una broma comparado con el trayecto vital de un chaval al que obligan a soñar en grande cuando empieza a lucir el escudo del Barça. La selección natural se convierte en eliminación natural: solo sobreviven los más fuertes o quienes están convencidos de ser los más fuertes. Porque esto no se trata de ser el mejor, que también, ni de convertir la presión en tu fiel amigo, por supuesto. Esto va de determinación, de voluntad y de ambición por llegar a la única meta que un canterano blaugrana debería tener en mente: el Camp Nou.

Esto no va de dinero o de egos. Va de acabar lo que has empezado y no importa lo que cueste acabarlo, pero se acaba y punto. Así lo entendieron Iniesta, Valdés o Xavi. También Pedro o Busquets. Incluso Piqué o Èric Garcia, que buscaron un atajo, pero siempre supieron que todo lo que no fuera jugar en el primer equipo del Barça habría sido un fracaso. Ahí está Ansu Fati y Riqui Puig. Y Nico González, al que tentaron mil veces y mil veces dijo no. Y ahí está Balde, que tuvo las dudas que tienen todos porque el camino no está asfaltado, pero volvió al plan. Ese en el que no está Ilaix ni todos aquellos que tiran la toalla deslumbrados por el dinero o por las promesas de un futuro mejor. Ilaix nunca se arrepentirá de nada porque está donde quería estar, luchando por ser multimillonario. El fútbol, para él y para quienes le asesoran, es solo el medio, la excusa inevitable para coleccionar billetes. No todos los canteranos son Carles Puyol. No todos los mercenarios viven en el Camp Nou. Algunos también aprenden a serlo en La Masia.