La Masia debe cambiar de filosofía, apostar sobre seguro

Riqui Puig

Riqui Puig / VALENTÍ ENRICH

J.Mª Casanovas

J.Mª Casanovas

La Masia del Barça fue, en tiempos de Josep Lluís Núñez, uno de los mejores inventos del fútbol profesional. Un modelo de formación que con el paso de los años copiaron los principales clubs del mundo. Allí convivieron desde Guardiola a Amor pasando por Iniesta. Con pocos medios económicos pero con mucha visión de futuro se puso en marcha una residencia de futbolistas encaminada a formar jugadores para el primer equipo. Situada justo al lado del Camp Nou, con campo de entrenamiento incluido, inició su trabajo hace cuarenta años (1979), justo un año después de que Núñez ganara su elección como presidente.

Hoy La Masia debería ser una fábrica de jugadores. Un edificio impresionante donde manda la tecnología y la modernidad, capaz de acoger a cuatrocientos jóvenes con un presupuesto anual de 30 millones.  Del pasado solo conserva el nombre y el espíritu. En el futuro tiene que ser un pilar fundamental del Barça siempre y cuando sea capaz de generar jugadores para el primer equipo. Para ello debe adaptarse a los nuevos tiempos, respetando los valores pero adecuando la filosofía, modificando las apuestas para conseguir objetivos. No en vano la cantera ha perdido protagonismo en el primer equipo de forma preocupante en los últimos años.  Tito Vilanova llegó a jugar un día un partido de Liga con once canteranos y en el once titular de Valverde solo hay cuatro formados en casa, Messi, Piqué, Busquets y Alba.

luces de aviso

Las luces de aviso, que no de alarma, están encendidas. La Masia ha perdido poder y efectividad. Fue víctima de un golpe bajo por parte de la FIFA con una sanción injusta que acabó pagando el primer equipo sin poder fichar jugadores. Pero lo más grave es que desde que subieron al primer equipo Sergi Roberto y Rafinha, hace de ello siete años, hasta la llegada esta temporada de Aleñá, no se ha producido ningún ascenso de la cantera a la primera plantilla. Cuando lo aconsejable sería que cada año dieran el salto uno o dos jugadores, nos encontramos con un vacío los últimos años que obliga a revisar el modelo de funcionamiento de La Masia. Ha cambiado el entorno y las circunstancias. Hay que evitar la fuga de talentos a otras Ligas, hay que hacer apuestas por jugadores de 18 años. Es necesario integrar el Barça B como trampolín para el primer equipo, se deben hacer excepciones económicas con los contratos de los llamados algún día a jugar en el Camp Nou, como se ha hecho con Riqui Puig.

La Masia, desde el momento que vive del presupuesto del primer equipo, tiene que trabajar con mente puesta en el Camp Nou. De lo contrario, pasan cosas difíciles de explicar. Atención a un dato muy revelador. El Barça ha ganado dos Youth League, la Champions juvenil, en los años 2014 y 2018. Del equipo que ganó el primer título al Benfica, solo un jugador llegó al primer equipo sin conseguir la continuidad, Munir. De los que ganaron al Chelsea el año pasado en la final de Nyon, hay que intentar que la suerte cambie y apostar fuerte por la generación de Riqui Puig donde hay futbolistas como Collado, Oriol Busquets y Peña con gran futuro.

La Masia no tiene que renunciar a su ADN ni a los más jóvenes, pero debe potenciar por encima de todo a los que puedan dar el salto al primer equipo, apostar sobre seguro.