Más Messi y menos caverna

Paradójico, pero real: desprestigiar a Messi mientras se vive de él. Messi habría sido para el Madrid el mejor jugador de la historia si les hubiera dicho ‘sí’

El Manchester City está decidido a fichar a Leo Messi, según The Times

El Manchester City está decidido a fichar a Leo Messi, según The Times / Valentí Enrich

Rubén Uría

Rubén Uría

Durante una década, la caverna se ha dedicado, entre exclusiva de garrafón y debate de todo a cien, a asesinar la reputación de Messi. Había que derribarlo por lo civil o por lo criminal, así que los apóstoles mediáticos del Ser Superior diseñaron y ejecutaron una cruzada con un plan de ejecución sencillo: poner a funcionar el ventilador de la porquería a toda potencia. Messi era el enemigo público número uno y había que intoxicar por tierra, mar y aire. En su continua cadena de montajes, pataletas y amarillismo, la campaña en machacar a Messi mientras se hace negocio con Messi. Paradójico, pero real: desprestigiar a Messi mientras se vive de él. Así que Messi, que habría sido el mejor jugador de la historia de haberle dicho “sí” al equipo que casi nadie dice “no”, ha tenido que soportar que la fosa séptica de la caverna lleve años presentándole en sociedad como el pequeño dictador.

Año tras año. Sin descanso. Dios es blanco y Messi, el anticristo. En su día, Robben era el mejor y Messi era un pequeño dictador. Luego Cristiano Ronaldo era el Supermán del Manolismo y Messi era un pequeño dictador. Hace meses Vinicius iba a ser Balón de Oro y Messi era el pequeño dictador. Y ahora Ramos es el mejor central de la historia y Messi sigue siendo el pequeño dictador. En definitiva, Messi es un pequeño dictador que tiene que pedir perdón por el intolerable crimen de haber marcado 1.200 goles y dado 800 asistencias con el Barça. Lo curioso es que, con el paso del tiempo, el refranero ha vuelto a saber sabio. “Miente, que algo queda”. A Messi le han tirado tanta porquería encima que ahora, sin motivo aparente, la caverna avista su objetivo. Está muy cerca de conseguir que Messi, por fin, se vaya del Barça. Y en algunos sectores del club, que debería haberle protegido más porque es un bien único para el fútbol, lejos de defenderle a capa y espada, le han comprado el discursito zafio a la caverna. Quizá porque la mentira no entiende de geografía, la caverna incluso parece haber tomado el puente aéreo y ahora algunos, quién sabe por qué intereses espurios, también se están animando a intoxicar al personal usando el nombre de Messi en vano.

Uno ve, lee y escucha historias para no dormir acerca de Messi y se lleva las manos a la cabeza. Hay barra libre. Todo vale. Por lo visto, Messi es un pequeño dictador que tiene que pedir perdón por convertir a los entrenadores en marionetas, cuando pidió que Valverde se quedara y lo pusieron de patitas en la cola del INEM. Por lo que nos dicen, Messi es un pequeño dictador que ha convertido el Barça en su club de amigos, cuando Neymar se fue, Vidal hizo las maletas y Luis Suárez, su ‘hermano’, aquel que jamás se iría por voluntad de Leo, acabó siendo regalado al Atleti. Según nos cuentan, Messi es un pequeño dictador que debe pedir perdón por mandar más que el dimitido presidente del club, cuando curiosamente Bartomeu dijo públicamente que Leo podría elegir su destino y, cuando tocó cumplir su palabra, la incumplió. Al parecer, Messi es un pequeño dictador que tiene que pedir perdón porque parte del entorno más tóxico de un compañero de vestuario dice que impone el régimen del terror en el vestuario, cuando si Messi tuviera algo en contra de Griezmann no le abriría las puertas de su casa para estrechar lazos familiares. Según los juglares habituales, Messi es un pequeño dictador que tiene que pedir perdón por estar harto de estar en la dina, cuando se detuvo a firmar autógrafos tras 15 horas de vuelo, más otra hora retenido por inspectores de Hacienda, para después tener que tragar que le pregunten por las chorradas de un tipo al que no tiene el gusto de conocer. Y según los que se pasan la vida hablando de Messi sin tener ni idea de lo que siente Messi, el argentino es un pequeño dictador que no es barcelonista, un cáncer del vestuario y un señor que debe pedir perdón por existir.

Si alrededor de Messi existiera un récord de estupidez, los que se pasan la vida retratando a la gente serían plusmarquistas mundiales. No se puede creer la cantidad de porquería que se tira sobre alguien que lleva toda la vida defendiendo la camiseta azulgrana, que se pudo ir varias veces para ganar el triple y cuyo único crimen fue cambiar el ciclo ganador de la historia. Messi es el Barça y el Barça es Messi. Y por más que entre todos quieran conseguir que todo acabe mal, por más mentiras que invente la caverna, por más patrañas que le compren algunos en Barcelona, la historia juzgará a Messi como lo que es. Un señor que lleva veinte años defendiendo y engrandeciendo al Barça, al que sigue honrando con una zurda que es patrimonio universal del fútbol. Seguirán ladrando, pero el crack argentino seguirá cabalgando. Messi no se puede explicar. Messi se disfruta. Más Messi y menos caverna.