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Opinión

Marc Márquez y su trinchera infinita

Marc Márquez, en Mandalika

Marc Márquez, en Mandalika / EFE

En la cinta de 2019 dirigida por Jon Garaño, Aitor Arregi y José Mari Goenaga, Antonio de la Torre interpretaba el papel de un alcalde republicano que vivió durante más de treinta años encerrado en un sótano de su casa por miedo a ser detenido por los agentes franquistas. Tres décadas inmerso en una especie de trinchera infinita, en un bucle de oscuridad y miedo. Un lugar parecido al que atrapó a Marc Márquez durante varias temporadas, desde 2020, con las lesiones en el brazo, hasta 2025, el año de su redención, el de su vuelta a lo más alto.

Pero la alegría apenas le ha durado siete días al piloto de Cervera que, en un abrir y cerrar de ojos, a vuelto de cabeza a esa trinchera de la que tanto esfuerzo y trabajo le había costado salir. Todavía es pronto para ser pesimista, pero también lo es para ser optimista. Este lunes Marc volverá a enfrentarse a las batas blancas, las pruebas y los diagnósticos que determinarán cuánto tiempo debe perderse. En una campaña que parecía perfecta, el sueño se tornó pesadilla en Indonesia un circuito para el olvido en el historial del #93.

Las caras en el box y a la entrada del centro médico del circuito lo decían todo. Davide Tardozzi negaba con la cabeza mientras esperaban los primeros informes médicos. Las imágenes del accidente eran sobrecogedoras, con la moto de Bezzecchi casi rozando el mermado cuerpo del piloto de Cervera. Y no mejoraban viendo como Márquez se mantenía en el suelo de rodillas, se levantaba a duras penas y pedía ayuda para quitarse el casco mientras e brazo derecho, ese que le costó tantas operaciones en el pasado, se mantenía inmóvil.

"Me ha salido barato", decía después de pasar el reconocimiento médico, consciente de la suerte que había tenido. Si ahora es más o menos tiempo de baja parece algo secundario, con el Mundial ya "al sac i ben lligat" como reza ese conocido refrán catalán, o lo que es lo mismo, atado y bien atado.

A partir de ahora solo cabe esperar. Esperar los resultados y esperar que Marc haya aprendido de los errores del pasado. Esos que le llevaron a arriesgar demasiado y volver a competir cuando era demasiado pronto. Con la madurez de la treintena y la experiencia que le da su guerra particular, el guion de la nueva película de Marc, casi con total seguridad, será diferente. Y digo casi porque con ese gen competitivo del ilerdense, nunca se sabe.