Maradona debió haber marcado época en el Barça como Messi

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Josep María Minguella

Mi teoría sobre Maradona es que tuvo una mala suerte increíble en Barcelona. La grave lesión que sufrió por culpa de una entrada salvaje del central del Athletic, Andoni Goikoetxea, y al año siguiente la hepatitis, le impidieron marcar época en el club.

Estoy plenamente convencido de ello. El nivel de Diego era muy superior al del resto y si no hubiera sido por estas circunstancias incontrolables que le cambiaron la vida, podría haber estado ocho o diez años en el Camp Nou y conseguir unos éxitos comparables a los que ha atesorado Messi en los últimos tiempos.

La entrada de Goiko y la hepatitis cambiaron el destino de un jugador muy superior a los demás y que quería triunfar aquí

De entrada, con Diego al cien por cien las dos temporadas, se habrían ganado dos Ligas. No tengo la menor duda. Era un ganador nato y el equipo notó su ausencia. Pero lo que pasó impidió que se convirtiese en un referente del barcelonismo.

Al contrario. Su problema, el tan cacareado clan, creció a causa de la lesión y de la enfermedad. En su casa de la calle Sant Francesc de Pedralbes, que había sido propiedad de uno de los jefes de Meyba, siempre había demasiada gente. Entraras a la hora que entrases, en una mesa del porche siempre había alguien comiendo...  

Por la noche, todos se acostaban muy tarde. O por culpa de largas sesiones de vídeo que Cyterspiler iba a buscar a la calle Bergara o porque se iban a tomar copas. Todo comenzó a descontrolarse, aunque la perdición para Diego llegó realmente en la ciudad de Nápoles. Allí le recibieron como un auténtico Dios y aún ahora, más de treinta años después, sigue siéndolo. En Italia es donde realmente entró en el mundo de la droga...

Siempre había alguien comiendo en su casa de Pedralbes. A Diego le faltó control, alguien que le marcase la línea

Una lástima. Pero a Maradona siempre le faltó medida y, sobre todo, control. Nadie supo marcarle la línea. Ni su familia ni  Cyterspiler. Para él, dejar Barcelona fue un palo. Estaba encantado. En el Barça y en la ciudad. Pensaba que estaría aquí toda la vida, pero se enfadó cuando supo que Núñez negociaba su marcha.

El presidente no quería que dejara el club, pero tuvo que soportar una presión muy intensa de los equipos italianos. Juve, Milan, Roma... Pero fue el Nápoles el que se lanzó más en serio y para frenarlos, les exigió un aval de diez millones para empezar a hablar. Lo enviaron al cabo de unos días y Ferlaino le llamó para comenzar la negociación.

En el último momento, dijo que ‘no’ a la operación y eso acabó por molestar a Maradona, ya convencido de que se marchaba. Finalmente, y ya cuando el Nápoles iba a conformarse con Hugo Sánchez, se firmó el traspaso en una oficina de Husa en el aeropuerto de El Prat.

Bilardo pensó que era una broma que Diego fuera al Sevilla

Tuve bastante que ver en que Maradona, ya en la cuesta abajo de su carrera, acabara en el Sevilla allá por 1992. Estaba sancionado y pertenecía al Nápoles, lo que hizo la operación muy pero que muy complicada. 

Lo primero de todo fue conseguir que la FIFA le levantara la sanción y después que Ferlaino renunciara a que siguiera en el Nápoles, al que pertenecía.

En esa tesitura se dio la casualidad de que Bilardo, con el que había ganado el Mundial en 1986, era el entrenador del Sevilla. Cuando le pregunté si le gustaría tener a Maradona en sus filas, no me creyó. “Es una broma, ¿verdad...?”.

Pues no. No era ninguna broma. Se cumplieron todos los requisitos (el Sevilla pagó siete millones y medio de dólares, de los que el Pelusa adelantó tres que luego cobró en amistosos) y Maradona acabó jugando en el Sevilla.

Pero ya no era el del antes, aunque luego consiguió llegar al Mundial de Estados Unidos donde, finalmente, puso punto final a una carrera llena de escándalos que aún podría haber sido más espectacular sin ellos...